El cuadro estadístico de la Policía Nacional, en lo referente a los asesinatos, atracos y otros hechos de violencia donde han caídos altos oficiales, capitanes, oficiales, sargentos mayores, sargentos, cabos y rasos demuestran que existen los intercambios de disparos.
Los resultados que aparecen en el recuadro de miembros de la Policía Nacional víctimas de homicidio en el 2008, resalta el asesinato de un teniente coronel, de una mayor, un capitán, dos primeros tenientes; 5 segundos tenientes, diez sargento mayores, seis sargentos, catorce cabos y 12 rasos.
Esto totaliza 52 miembros asesinados, trece servicios, nueve por despojo de armas, seis en atracos, once por desconocidos y trece en riñas.
Los de mayores rangos asesinados son el teniente coronel Garis Cordero Rodríguez y la mayor Paula Mercedes.
En cualquier parte del mundo, el trabajo de policía es un riesgo con agravante que su actuación siempre es cuestionada en ocasiones injustificadas. Parecería como si los policías tienen que dejarse matar para que se pueda creer, que en efecto fueron agredidos cuando cumplían su deber en el mantenimiento del orden público, la preservación de la propiedad privada y la paz.
Por el desafío y la declaración de guerra que día a día ejecuta la delincuencia, la jefatura del mayor General Rafael Guillermo Guzmán Fermín, carga con una pesada responsabilidad, porque prácticamente, trabajando a manos peladas sus agentes y oficiales tratan de hacer una buena labor, poniendo en peligro sus vidas.
Existen policías que se exceden en los servicios que realizan. Cuando se producen esas actuaciones se tratan de establecer responsabilidad en los casos que las patrullas notifican como intercambio de disparos.
El intercambio de disparos, que nadie puede negar que se producen, está muy desacreditado y su mercadeo tiene que pasar en actuación e información al pasado, archivándolo para darle paso a los servicios policiales transparentes, de resultados y firmeza frente a la delincuencia que debe ser enfrentada como manda la ley, respetando los derechos humanos; esto quiere decir que si una persona ha sido reducida, sea delincuente o un ciudadano común, su vida hay que preservarla para que sean los tribunales quienes establezcan en un juicio la pena.
Tenemos que entender que en la República Dominicana no existe la pena de muerte, y que por un exceso de uno, dos tres o cincos policías, malos policías que no califican para vestir el uniforme, se trate de desacreditar la institución, en particular a su jefe, en este caso el mayor general Guzmán Fermín.
Es un error en cualquier parte del mundo que se desarrollen campañas mediáticas para minar la moral de la policía y desacreditarla.
Una de las experiencias de la Policía Nacional de Colombia, que le ha tocado combatir el crimen organizado, el narco lavado y delitos conexos, es que esa institución se debe fortalecer.
Sobre el particular, en el libro sobre “la inseguridad de la seguridad”, de Francisco Leal Buitrago, en la página 268, se resalta el papel importante de la inteligencia y el ser humano.
La obra de Leal Buitrago se dedica a tratar la seguridad nacional en Colombia, señala que si bien el componente técnico de la inteligencia es importante, l o sustancial es la capacidad de su manejo; es decir, la llamada inteligencia humana. Por esto, debe haber una comunidad de inteligencia coordinada por instancias civiles, para que las distintas agencias alimenten la capacidad operativa militar y las actividades de la policía. La inteligencia debe servir de soporte para privar a la insurgencia y a la delincuencia organizada de los apoyos que requieren de la población.
Una buena experiencia que debería ser tomada en cuenta en la República Dominicana, donde no existe una comunidad de inteligencia, a pesar de que cada institución tiene sus servicios de inteligencia donde cada una busca situarse por encima de la otra, en un protagonismo que en ocasiones es un obstáculo para el trabajo. El caso de Quirino Ernesto Paulino Castillo, es un ejemplo donde algunas agencias tomaron una participación que no le pertenecía.
Un paso de avance podría ser el decreto que acaba de emitir el presidente Leonel Fernández Reyna, instruyendo a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional para ponerse a disposición de la Dirección Nacional de Control de Drogas.
Estamos a tiempo de dar pasos importantes, si se tiene la capacidad y la voluntad de hacerlo.
La policía en sus declaraciones debe eliminar el gastado y desacreditado estribillo del intercambio de disparos.
Bien podría publicitarse, decir que enfrentando la autoridad hubo tal situación, pasando a explicar cómo se produjo.