La ONU conmemora por primera vez en la historia el primer Día Mundial del Síndrome de Down, este 21 de marzo, y resulta notorio que las Naciones Unidas instituyan la fecha, aprobada desde el año pasado por la Asamblea General.
El reconocimiento a quienes con dignidad, valía y contribución social se integran a un mundo que tiende a discriminarles por su discapacidad intelectual, resulta justo e imprescindible, pues estas personas, sin duda alguna: “son promotoras del bienestar y la diversidad de sus comunidades”, y resulta una responsabilidad absoluta respetar su autonomía e independencia individual.
Según la resolución que creó la efeméride, el síndrome de Down es una combinación cromosómica natural que siempre ha formado parte de la condición humana y existe en todas las regiones.
Quienes viven con esta condición poseen un aprendizaje que oscila de acuerdo con sus características físicas y mentales, en general; pero, indiscutiblemente, su lugar en este mundo es tan importante como el del resto de la humanidad.
Junto al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lamentamos que durante muchos lustros hayan sido marginadas y todavía puedan ser “estigmatizadas y discriminadas” quienes viven con el síndrome de Down.
Alabamos esta decisión de crear un día de reflexión al respecto, que sirva para profundizar en cambios de actitudes y derribo de barreras legales y ambientales “que obstaculizan la participación de los afectados en sus comunidades”.
Todos los seres humanos, absolutamente todos, tienen el derecho al pleno y efectivo disfrute “de todos los derechos humanos y libertades fundamentales”.