No siempre coinciden en un mismo escenario figuras con tanto conocimiento de causa y posibilidad de expresión, como quienes participaron la tarde de este jueves en el coloquio organizado por el periódico El Día, con motivo de su décimo aniversario, donde el tema de los feminicidios trascendió a su definición misma, para adentrarse en posibles soluciones y miramientos imprescindibles para los medios de comunicación.
Ana Carcedo, investigadora internacional sobre feminicidios, llegó desde Costa Rica con criterios que marcan una realidad: “no estamos claros a la hora de calificar el tema. Hay que valorar que este acto ocurre como violencia específica cometida por los hombres, derivada de relaciones desiguales en contextos socio- económico, político y cultural y escenarios identificados, que no son excluyentes, y que propician esa forma de violencia contra la mujer”.
Las cifras estremecieron una y otra vez: la escalada de feminicidios es creciente en países de la región. ¿La respuesta?: penalización del delito, porque hay que enfrentar la impunidad, educar a la sociedad, visibilizar esos crímenes y mostrar cómo continúan…
Sin embargo…
Pese a los compromisos internacionales, convenciones, cumbres, sentencias, alianzas entre estados, sociedad civil, mecanismos de vigilancia e investigación, aflora un franco retroceso.
En algunos países de la región, la ley fue aprobada y mutilada. A todas luces aflora un debilitamiento institucional y aunque las legislaciones- como apunta Carcedo-, no solucionan, si funcionan como instrumentos.
Encima, las sanciones judiciales son poco efectivas y por otra parte, los medios de comunicación manejan erróneamente las informaciones relacionadas con los feminicidios, al emplear a veces titulares que alejan el sentido real de tan alevoso crimen: “La mató por amor”, dijeron algunos diarios al publicar una de las tantas muertes ocurridas en República Dominicana. “Por amor nadie mata”, respondió una de las participantes en el coloquio.
La violencia no es una enfermedad
Otra de las voces que se escuchó en el encuentro fue el del psicólogo Luis Vergés, director del Centro de Intervención Conductual para hombres, quien dejó claro que: “los llamados mitos confirman la invisibilización de la responsabilidad individual del hombre ante la violencia contra la mujer”.
Vergés aclaró que la violencia no es una enfermedad, sino una conducta que se sanciona y refirió que el eje central de la institución que él dirige es proteger a las mujeres: “El 62% de los hombres que atendemos están entre los 21 y 40 años. Un 32% ha cursado estudios superiores; el 40% la enseñanza media y sólo el 4% es analfabeto”, explicó.
Otros datos ofrecidos por el especialista aclararon criterios erróneos sobre quienes ejecutan la violencia contra la mujer: sólo un 3% de los hombres tratados en el Centro de Intervención Conductual presentan trastornos psiquiátricos, como depresión, ansiedad, paranoia; un 55% admitió actuar de esa manera por celos, lo cual para nada justifica tales acciones, pues estos son emociones y lo que violenta y mata es la conducta, aclaró el sicólogo en su exposición.
También pudo conocerse que el 84% de esos hombres se encuentran laborando activamente; el 53% recibió maltratos durante la infancia (hecho que tampoco justifica la violencia contra la mujer y el 6% abusa de las drogas, en tanto que un 33% lo hace del alcohol.
Finalmente, Luis Vergés aportó otros elementos que, sin duda, llaman a una profunda reflexión sobre los feminicidios: “los primeros episodios de violencia contra la mujer aparecen durante el noviazgo”. Y, en cuanto a las denuncias: El 31% las llevó a cabo entre el primero y cuarto años de relación. El 30% con menos de un año. El 20% después de 5 años y el 19% luego de trascurrir 10 años de maltratos por parte de su pareja.
“Los hombres tienen que sentirse rechazados por la sociedad para que frenen estos actos de violencia”, concluyó Vergés.
Los estados minimizan e invisibilizan
Susi Pola ocupa un lugar preponderante en la defensa de los derechos de la mujer en República Dominicana. Autora, además, de los primeros estudios sobre los feminicidios en el país, la investigadora resumió en este encuentro, en representación del programa de Género y derechos de Profamilia, la manera en que la violencia basada en el género comenzó a analizarse en los años 90 hasta nuestros días.
La realidad acerca de que los estados minimizan e invisibilizan estos actos de violencia, fue abordada por Pola, quien definió una vez más el concepto de: Feminicidio, que significa matar voluntariamente a una mujer, precisamente por ser mujer.
“La violencia contra la mujer es un problema de los Derechos Humanos”, indicó la también abogada, quien de inmediato rememoró esas cifras que impresionan y hacen comprender que todavía el Estado dominicano no dedica toda la atención que amerita erradicar estos crímenes, crear una ley que tipifique penalmente los feminicidios y termine con la impunidad: desde el año 2000 hasta 2011, unas 2 168 mujeres murieron a manos de su actuales o antiguas parejas.
Hay que replantearse el tema
Para la procuradora fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, existen muchos porqués sin responderse. “¿Por qué tenemos tantos feminicidios?” “¿Por qué es tan difícil que el poder legislativo apruebe códigos que defiendan los derechos de la mujer. Por ejemplo: tipificar y sancionar el feminicidio?”
La joven legisladora afirma: “Pareciera que esta realidad de contar 234 mujeres muertas en 2011, ni siquiera provoca una reacción”.
La procuradora fiscal resume que hay “que replantearse el tema desde el Estado, la sociedad civil, las instituciones todas… Nuestra política es mala, de ello hablan los resultados. Es que no tenemos una política real sobre el tema”.
Berenice Reynoso se avergüenza como miembro del sistema de justicia dominicano que ocurran casos como el de Miguelina Llaverías en Santiago y se pronuncia por lo que la sociedad comenta desde hace lustros: “no puede convertirse un feminicida en héroe. Hay que reformar el marco legal; educar; el Ministerio Público debe rendir cuentas de sus actos: lo que cuesta vidas humanas implica un sistema de consecuencias y responsabilidades.”
Insiste la también profesora del Ministerio Público, en que República Dominicana necesita mejores políticas de prevención y persecución para que los crímenes contra las mujeres no aumenten: “No es posible que la propia víctima lleve la denuncia a su agresor. El período de mayor peligro es el que transcurre entre la notificación y ejecución de la cita”.
Finalmente, Yeni Berenice Reynoso expresa lo que tantas voces aclaman: “Hay que desmontar esa violencia de género. Necesitamos programas de alianzas estratégicas entre las escuelas y demás entidades. Desde niños creamos desigualdades y no podemos esperar que llegue a nuestra familia el feminicidios.”