Temprano el domingo, precisamente cuando se daba la buena noticia de que el equipo dominicano estaba invicto tras ganar el tercer juego consecutivo de la Serie del Caribe, los medios de comunicación informaban sobre el naufragio de una yola en las costas de Samaná cuando se diría Puerto Rico con 65 personas abordo, de los cuales se reportaban 16 muertos y 39 desaparecidos, cifra de víctimas que aumentaba con las horas.
Se ha determinado que con estos viajes a la muerte se benefician militares guardacostas, tanto de República Dominicana como de Puerto Rico, además de los organizadores. La travesía habría dejado unos 3.0 millones de pesos y mucho dolor a los parientes de las víctimas.
La crisis económica que afecta al país y el desinterés de los gobiernos sucesivos para llevarles mejorías a sus ciudadanos, sigue empujando a los dominicanos a arriesgarse a tomar una yola para cruzar el Canal de la Mona, en busca de mejor vida que nunca alcanzan.
Las preguntas que salen a colación son: ¿hasta cuándo dominicanas y dominicanos seguirán siendo carnadas de tiburones? ¿Hasta cuándo seguirán vendiendo lo poco que tienen para darlo en búsqueda un bienestar incierto? ¿Cuánto muertos más necesitamos para detener los viajes en yola a Puerto Rico?
Es lamentable que nuestra gente, incluso mujeres embarazadas, continúe aventurándose en viajes ilegales, que llevan luto a las familias; pero lo más tormentoso es que las autoridades no hacen el mínimo esfuerzo para detenerlos.