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Disciplina en la Casa Blanca; niñas de Obama tendrán que hacer sus camas

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La familia Obama, la primera afroamericana que ocupa la Casa Blanca, quiere que la mansión presidencial, ubicada en el 1600 de la avenida Pensilnania, quiere que la mansión se parezca lo más posible a un hogar.
Por lo pronto, pese a los asesores y ayudantes, las niñas tendrán que hacer sus camas.

El presidente ha elegido como mesa la que utilizó john F. kennedy, quien velará porque el espíritu familiar se mantenga es Michelle, que como primera medida ha decidido que Malia, de 10 años, y Sasha, de 7, sigan haciéndose cada mañana la cama aunque dispongan de 100 ayudantes, 25 cocineros, estilistas de vestuario y hasta floristas para la decoración diaria de los salones de la Casa Blanca.

La residencia de más de 5.000 metros cuadrados cuenta con 132 habitaciones, piscina, cine, canchas de tenis y bolos. Obama ha pedido que le hagan una cancha de baloncesto y que el gimnasio esté siempre preparado. El deporte, dice, le mantiene con la mente despejada. Según amigos, la familia Obama es consciente de que todo lo que digan y hagan, cómo se vistan, qué coman y qué perro tengan tendrá un valor simbólico, que serán observados al milímetro.

La nueva primera dama tiene su propio presupuesto para cambiar la decoración. Un catálogo de muebles de la Casa Blanca permitió escoger a los Obama lo que querían. Parece que ha optado por realizar pocos cambios y simplificar bastante la mudanza. Michelle también ha elegido la porcelana para los banquetes y su marido los muebles y cuadros del Despacho Oval. Obama ha retirado los cuadros de Bush con escenas de rodeos y ha escogido la misma mesa que el ex presidente John F. Kennedy.

La suegra de Barack Obama, Marian Robinson, también se ha instalado en la Casa Blanca. Según Katie McCormick Lelyveld, portavoz de la primera dama, Marian de 71 años, ayudará al proceso de adaptación de la familia a su nuevo hogar.

Obama también ha dejado claro que quiere vivir la ciudad. Días antes de la toma de posesión se dejó ver en algunos restaurantes populares, a los que prometió volver. "No queremos vivir de espaldas a Washington", dijo.

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