Los obispos dominicanos volvieron a tronar contra la “corrupción rampante” existente en el país, la violencia de género e intrafamiliar, la mediocridad de los políticos y la crisis moral en la República Dominicana, la cual representa uno de los principales problemas nacionales.
Tres veces por año la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), emite su Carta Pastoral, con la cual trata de hacer una radiografía de las principales dificultades que afectan la nación y sus posibles soluciones, que en la mayoría de los casos son acertadas.
En la última misiva emitida con motivo a la celebración del Día de la Virgen de La Altagracia, patrona del pueblo dominicano, los católicos han atacado el dolo gubernamental y la falta de inteligencia con que cuentan quienes nos gobiernan o pretenden hacerlo; pero, su grito –aparentemente-, no se escucha.
La CED está obligada y comprometida a contribuir desde su misión por una nación más sana moralmente, fraterna, justa y equitativa. Esto tiene más peso en el momento presente que la humanidad está muy preocupada por la gran crisis económica, alimentaria y política por la que atraviesa el mundo y de la cual la República Dominicana no escapa.
Hay que estar de acuerdo con los fieles, quienes afirman que la gran crisis moderna es humana y moral, al igual que el verdadero origen y sus causas que tanto inquietan en la actualidad.
La denuncia de los obispos debe poner a reflexionar a nuestros políticos y actores del poder, al igual que a la familia dominicana le corresponde jugar un rol primordial, moral, para evitar la violencia de género y que nuestros jóvenes caigan en el abismo de las drogas.
Carta Pastoral
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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