Las tribunas nos presentan el drama del misterio de los actores. En realidad son promesas, mentiras, abrazos, besos, sonrisa, todo con ausencia de sinceridad. Selva humana de mentes frías, calculadoras, mirando, señalando la basura en el exterior ajeno y ni una palabra de su interior ¿Qué nos espera cuando estén decidiendo sobre el mármol palaciego?
Debemos reflexionar, reflexionar y que Dios nos guíe. Los dominicanos tenemos que hacer por nuestro pueblo lo que él tiene derecho a esperar. Un cambio de vida eliminando las malas costumbres, solo con una buena educación se traza el rumbo correcto. La razón exige amar y jamás herir la naturaleza humana del otro yo. Que se imponga la lógica de la unión fraterna del hombre con el hombre.
Que gobiernen la hermandad y la religión moral del pueblo. Las bellas verdades deben perdurar siempre, encender la inextinguible antorcha del Decálogo Duartiano. La libertad sin reproche, sanidad moral por doquier es la única salida de los males creados por los que se han negados a sí mismos.
Los intereses sanos exigen conducirnos con razonamiento y cálculo, saber contar las penas, los sacrificios, las satisfacciones, para llegar a un resultado, del mismo modo que se suma o se substrae cuando se calcula ¿No deben someterse a esta regla todos los destalles de la vida? La Razón, la lógica y sobre todo el resultado deben ser nuestros guías y fin constante en este país.
Es preciso reconocer las debilidades humanas, no plegarse a ellas, más bien eliminarlas. Tener como lo más importante preparar la función de los grandes intereses de una patria, soberana, libre de su economía, pura en su vida social, todos familia en el respeto de la dignidad. Es noble y valeroso superar el infortunio.
La verdadera felicidad social es preciso convenir en ello, consiste en el uso pacífico y en la armonía de los relativos goces de cada uno. En los tiempos regulares y tranquilos todos disfrutan de su dicha particular.
El hombre no resalta en la vida más que dominando el carácter que le diera la naturaleza, o bien creándose uno por la educación y sabiendo modificarlo según los obstáculos que encuentra. Saber plegarse a las circunstancias que le obligan. Todos los dominicanos somos la patria y debemos amarla sobretodo.
La política dominicana enseña que la malevolencia siempre es mucho más activa que el bien.-La democracia puede ser furiosa, corrupta, pero tiene entrañas y se las conmueve.-Continuar los reclamos justos con el hábito de no reconocer nada imposible.-No depender de las oscilaciones políticas.-Cambiar los hábitos perversos, ejercer las funciones públicas con nobleza de servidor.-Abundan los que tienen los ojos cerrados a la miseria de la condición humana. Están en los atractivos ilusorios de una sociedad ficticia.-Todo ese afán de saludar tiene por objeto no perder el salario o conseguirlo.
Nuestro invitado de hoy: Epícteto. “Los hombres están en manos de una providencia omnisapiente y deben procurar cumplir siempre con su obligación moral, o sea, su deber, cualquiera que fuera su función”.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.
Campaña política y cambio
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
Story
Page