Aún respirábamos los días de asueto por las festividades de fin de año, cuando la sociedad dominicana vivió un fin de semana trágico, representado por hechos que conmueven a todo ser humano, como sucedió con el padre que mató a su hijo, por éste oponerse a que llevara a su concubina al hogar donde había vivido su madre.
Otro suceso alteró la realidad social, cuando un esposo hirió a la mujer y un familiar de ésta por negarse a una posible reconciliación. Y en este orden de acontecimientos difíciles e increíbles se conoció también de un miembro de la policía cómplice de quien hirió de diecisiete machetazos, luego de violarla, a una joven en el sector de Villa Mella.
La violencia aparece en cada intersticio social y hace profundos estragos, pese a las campañas que la sociedad civil y el gobierno han implementado para enfrentar ese otro flagelo que deja a su paso víctimas irreparables.
La pregunta sigue siendo: ¿qué está pasando con los valores y esas relaciones humanas que distancian a los más desarrollados del orbe del resto de los animales?
Reflexiones, educación, diálogos intrafamiliares y una intensificación de acciones por parte de instituciones, escuelas en general y organizaciones múltiples deben conducir a una reevaluación y retorno a todo aquello que enseñaron los ancestros, acerca de cómo convivir en paz y armonía.
Debe salvarnos la cultura y si esta anda resquebrajada, igual podremos erigirnos sobre la base del amor y el respeto mutuo, fundamentos gracias a los cuales se basa la existencia humana.
En República Dominicana hay mucho que hacer en este año que recién comienza…