Washington (EFE).- El plan de estímulo económico que analiza el Congreso de EE.UU. como antídoto a la crisis que azota al país ha sembrado la discordia entre demócratas y republicanos, lo que ha esfumado el ansiado bipartidismo que promueve la Casa Blanca.
La Cámara de Representantes aprobó anoche un plan de 819.000 millones de dólares con 244 votos a favor y 188 en contra, pero el presidente Barack Obama no consiguió el "sí" de ninguno de los 177 republicanos.
Encima, 11 demócratas que se describen como moderados en materia fiscal rompieron filas con el partido y votaron en contra del proyecto, ideado para crear o preservar entre tres y cuatro millones de empleos en los próximos dos años.
Durante su campaña electoral y en su investidura, Obama instó a la clase política a dejar de lado el divisionismo que le caracterizó en los últimos años.
La respuesta de los republicanos durante el debate del plan fue promover una receta conservadora de 475.000 millones de dólares con más recortes tributarios para las clases media y empresarial y menos inversión fiscal.
Pero los demócratas la derrotaron, rechazando el argumento republicano de que crearía el doble de empleos. De nada sirvió el cortejo de Obama del martes pasado, cuando se reunió en privado con líderes republicanos del Congreso para ablandarlos.
Anoche, los convidó a un cóctel en la Casa Blanca, con la esperanza de que, cuando el plan sea votado en el Senado la próxima semana, los republicanos lo apoyen.
Por ahora, éstos mantienen la resistencia. El senador republicano Richard Shelby vaticinó hoy en declaraciones a la cadena CNBC que los republicanos no apoyarán el plan "porque no ayudará a la economía" e incrementará la deuda nacional.
Ha habido varios planes de estímulo desde los años 30, "pero creo que éste es el peor de todos", insistió Shelby, el republicano de mayor rango en el Comité de Finanzas.
Para los demócratas, el plan fraguado con la Casa Blanca reactivará la moribunda economía a través de recortes tributarios e inversiones en la infraestructura nacional, programas sociales y ayudas para los gobiernos locales y estatales.
Aseguran que así lo requiere la gravedad del panorama económico: tan sólo el lunes pasado corporaciones como Caterpillar, General Motors, Pfizer, Home Depot y Sprint anunciaron una ronda de despidos que en su conjunto suman casi 50.000.
En lo que va de 2009, la economía ha perdido 212.000 empleos y, según los expertos, la situación sólo empeorará.
Todos coinciden en que las dimensiones del problema son las más graves desde la Gran Depresión, pero hay un abismo en las opiniones sobre cómo resolverlo.
En aras de la austeridad fiscal, los republicanos replican que el plan contiene demasiados gastos y que los recortes tributarios son insuficientes. Así las cosas, demócratas y republicanos continuaron hoy con sus recriminaciones.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo a la cadena televisiva NBC que Obama reconoce que será difícil cambiar la cultura política en Washington a corto plazo, pero criticó el ambiente partidista en el Congreso.
"Si la gente dejara de mirar a través de un prisma partidista y lo hiciera a través del prisma económico, verían que (el plan) fue elaborado por demócratas y republicanos y economistas que nos respaldaron", se quejó.
En un encuentro con los periodistas, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y sus correligionarios Charles Schumer, Dick Durbin y Patty Murray instaron a los republicanos a que recapaciten.
"Tenemos una crisis muy grave que afecta a todos. Confío en que los republicanos trabajarán con nosotros", dijo Reid. Schumer añadió que, así como los demócratas se mostraron dispuestos a trabajar con un presidente republicano, ahora a sus rivales les toca "dejar su rigidez" y colaborar con uno demócrata.
"No hay soluciones fáciles o bonitas ante el tremendo lío que tenemos", advirtió. El "número dos" de los republicanos en la Cámara, Eric Cantor, pareció ofrecer una rama de olivo a los demócratas, al indicar que su partido está comprometido con la búsqueda de "verdaderas soluciones económicas".
"No debemos permitir que la politiquería destruya este proceso", dijo Cantor, al citar "amenazas" veladas de fuentes de la Casa Blanca que no identificó.
Una vez que el Senado apruebe su versión, el plan económico pasará por un proceso de armonización bicameral, que supondrá una nueva ventana de oportunidad para el bipartidismo.