Alrededor de cuatro millones de mujeres desaparecen cada año. Entre las causas se plantean: “carecer de tratamientos preventivos y paliativos para enfermedades como el VIH/SIDA; que se desangran al dar en luz en condiciones insalubres; que se desloman cumpliendo tres jornadas laborales diarias; o que, simplemente, no llegan a nacer porque su vida es menos “útil” que la un varón…”.
Un documento afirma que en los denominados países en desarrollo, “las probabilidades de que una mujer viva una vida infinitamente más miserable y peligrosa que la de un hombre son demasiado altas. Desde su concepción hasta su muerte, las niñas y sus madres padecen una discriminación abrumadora. ¿Cómo se explica, por ejemplo, que las ellas supongan un 43% de la mano de obra agraria, pero que solo sean propietarias de una porción marginal de las tierras y los recursos que utilizan?”.
En nuestras sociedades existe un mal de fondo tangible, palpable, abrumador. Las violaciones masivas de los derechos de las mujeres se mantienen, pese a que han transcurrido siglos desde que se iniciaron las luchas por su emancipación.
Encima, en República Dominicana el 80% de las 180 mujeres que han muerto este año a manos de sus parejas o ex parejas no presentaron querellas ante las autoridades, tal y como informó el fiscal del Distrito Nacional (DN), Alejandro Moscoso Segarra.
El representante del Ministerio Público califica de inconcebibles estos hechos, mientras que el año 2011 demostró que los feminicidios aumentan imperturbablemente…