Las palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se pierden en los intentos por lograr que los acuerdos de Kioto se cumplan realmente, en medio de la agudización de los cambios climáticos, demasiado visibles ante las miradas de todas las naciones del orbe.
En estos días, la XVII conferencia ambiental de Naciones Unidas se ha insertado en el concepto de considerar un segundo período de compromisos del Protocolo de Kioto y, sobre todo, hacerlo posible.
Para Ban Ki-moon, según su discurso en la jornada inaugural, las negociaciones de los próximos días serán difíciles y duras. Llevar a la práctica lo que se convino en Cancún, México, por ejemplo: adaptación al cambio climático, mecanismos de mitigación y transferencia de tecnología, más que “lograr un proceso tangible en financiación, tanto a corto como a largo plazo, con la requerida transparencia que exigen los países beneficiarios”, como bien dice el funcionario, implica “una estrategia rápida para esos fondos” que hasta ahora sigue aletargada.
Aunque se haya creado en Cancún el Fondo Verde del Clima, todavía hay que lograr que los países donantes “inyecten fondos», a fin de lograr ese régimen climático “robusto”, que sigue siendo débil “más allá del pacto de Kioto”, como apunta el secretario de la ONU.
“Los gases de efecto invernadero tienen que reducirse a la mitad para el año 2025 si queremos que no aumente la temperatura más de dos grados centígrados”, aseguró Ki-moon y concluimos con estas palabras suyas, nuestras, del mundo entero:
«Estamos en un punto de no retorno y salvar al mundo del abismo es nuestra responsabilidad».
Los compromisos de Kioto
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