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Crisis moral: podredumbre humana

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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El señor Steven Fisher embajador del Reino de Gran Bretaña e Irlanda del Norte denuncia al Procurador General de la República, Radhamés Jiménez Peña y al presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, que una importante empresa levó anclas del país por extorsión y otras son asediadas. Denuncia que se lleva el viento, no anidan para sanear la moral administrativa.
 
Los extorsionadores, tan viejos como los políticos, dañinos a la economía, aborrecen la honestidad, no la entienden por ser elevada. Necesitamos acciones punitivas, resplandecientes como el sol del medio día para salir de la vergonzosa oscuridad.
 
La moral de Patria dominicana nos pregunta dónde está la dignidad Duartiana. Oculta, se tuberculizó en la aldea Río Negro, selva inhóspita, Alto de Apure y entregó su alma en Caracas, Venezuela. Al hombre de Patria fortalecido por el fuego del amor a esta tierra, urge darle vigencia aplicando su decálogo. Dejar de vivir en la sombra de la vergüenza internacional. Crear una nueva república por hombres motivados a servir y no enanos espirituales atrapados en las redes de la corrupción.
 
No ha muerto el firme, profundo propósito de vida sana, templada, que sabe sacrificarse por el bien común. Tenemos el gran ejemplo a la que llamo “juventud de Patria”. La vimos en Gonzalo y La Plaza de la Lira, protestando contra el plan de destruir el sistema acuífero de Los Haitises. Esa es una versión de la realidad que invitaba a ver, escuchar y sentir las cosas de una manera nueva, sana, muy necesaria.
 
Dejar la indiferencia ante los caminos errados, llamar los hechos por su nombre, jamás dejarse intimidar. Exigir la presencia de los que nos dañan. La justicia que levante la mirada, busque y aplique la ley. Sabemos que hay que vivir en los riesgos, esa es la fragua de los hombres que aman a los hombres. Tomar conciencia de la maldita corrupción. Enfrentar al poder que está avasallando  el espíritu dominicano que no se atreve a unir fuerzas ante la destrucción de la Patria.
 
El fuego Duartiano vive, debemos irradiarlo, exigir cueste lo que cueste, de lo contrario seremos esclavos de la cobardía que nos está apocando. El proyecto de vida viene abajo, se palpa. Ya basta de recibir verdades vergonzosas y nada hacer. El que calla ante la acusación, que espere el latigazo mortal. Solo el culpable debe sufrir desgracia. Todos somos culpables cuando no nos hacemos respetar.
 
La degradación humana no es del dominicano. No todos somos extorsionadores. Ser hombre en el sufrimiento crea fuerza para no dejarse avasallar. Sabemos que el hombre es el creador de sus propios males. La única culpa es la indiferencia. Obliga a abandonar las ilusiones que nos habíamos hecho.
 
Necesitamos un fundamento profundo para poder vivir, entregar una vida sana a nuestros hijos y nietos, es la responsabilidad de ser hombre. Ahí tenemos la historia de Gandhi y Mandela, afrontaron el sufrimiento y han dejado el destello de la luz fecunda de la soberanía.
 
Duarte entregó la vida por la salud moral del dominicano. El señor embajador Steven Fisher denuncia la inmoralidad de pocos. ¿Los demás que pensamos y hacemos?.
 
Si Duarte vive en el alma del dominicano, nace la honestidad y la libertad de ser respetado. Seamos uno con Duarte.
 
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.

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