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¿A quiénes sancionamos?

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La reforma al Código de niñas, niños y adolescentes se encuentra ahora en manos de los senadores, luego de escuchar voces legislativas que consideran que incrementar las penas a los menores que delinquen significa contribuir a frenar la delincuencia.
 
¡Por Dios!, ¿hasta cuándo veremos a los menores enfrentados  a penas mayores, sin que los caminos por los cuales deben avanzar su adiestramiento e instrucción permanezcan cegados por la indolencia y olvido de cómo sembrar y cultivar bien las semillas?
 
El actor estadounidense Danny Glover visita Colombia en estos días, en calidad de embajador de buena voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y propone, entre otros proyectos, realizar en Medellín “el saque de honor en el Primer Torneo de Fútbol El Golombiao, en el que más de 200 niños, niñas y adolescentes demostrarán que el deporte es una buena herramienta para alejarse de los grupos armados ilegales”.
 
En fin: soluciones, acciones, medidas, maneras de encauzar a quienes crecen sin esperanzas y actúan mal como ocurre en «la ciudad amurallada» de Colombia, Cartagena con la pobreza azotando el 55 % de la población.
 
La violencia contra los niños, niñas y adolescentes constituye tema que preocupa a un gran número de naciones en el mundo y, específicamente, en la República Dominicana resulta un hecho de relevancia ante el cual no acaban de aparecer soluciones definitivas.
 
Lo más triste, pero real, es que muchos menores resultan aprendices de delincuentes y hasta ejecutan actos criminales como los que se han visto en los últimos tiempos en el país. Tampoco es incomprensible que estos episodios, unidos al incumplimiento de inversiones en escuelas y cómo ocupar el tiempo libre de niñas, niños y adolescentes, haga de ellos y ellas, primero víctimas de individuos inescrupulosos que les utilizan en las más viles formas y luego victimarios capaces de cometer las más grandes atrocidades.
 
Obviamente, el asunto es más complejo: familia y sociedad están dejando brechas profundas en la formación de estos seres, agudizado por la carencia de  políticas estatales y mecanismos que incluyan a todos los factores implicados en el desarrollo de las futuras generaciones.
 
No se trata de modificar el Código y castigar a los pequeños sin piedad. Más allá, habría que sancionar muy fuerte a quienes tienen el poder, el dinero, las posibilidades y dejan al pairo a quienes ahora deambulan por las calles, a la vista de todos y todas.

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