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Los paleros de las rutas

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Los sindicatos afiliados a las centrales choferiles tienen un gran poder social, económico y político.  Sus dirigentes son temidos, queridos y respetados.
 
Todos los gobiernos tienen que doblegarse frente a sus demandas porque en un “quítame esta paja” paralizan el país y se provocan tapones, sacando las unidades de las calles y las carreteras por un paro o huelga sorpresa.
 
El liderazgo es tal que deciden la suerte del hombre y la mujer de pie que necesitan el  servicio del transporte para llegar a sus trabajos, pueblos o sus casas.
Es innegable que existen dirigentes choferiles que luchan por reinvocaciones, mientras otros cobran por ellas.
 
Los choferes demandan rebaja en el precio de los combustibles, las gomas, los repuestos y que les entreguen unidades, entiéndase carros, mini autobuses, autobuses, camiones y lo que sea.  Ahora bien, los usuarios, los peatones de siempre no reciben nada y cuando logran recibir algo es un aumento compulsivo de los pasajes.  Y ay de aquel que proteste, lo bajan del carro o la guagua.
 
Lo abusivo, salvaje y criminal es el código de las rutas: carro que entra sin pertenecer al sindicato, sencillamente les rompen el vehículo a batazos y tubazos limpios.
 
Por su parte, los pasajeros son amenazados con golpearlos con bates, palos y tubos.
 
Estos paleros de las rutas son perfectos delincuentes protegidos por “líderes choferiles” quienes dicen y ordenan lo que se debe hacer.  Frente a esa situación que existe en el día a día en todo el país, y cuyos acontecimientos no salen en los periódicos digitales y en los periódicos tradicionales escritos, este tema fue puesto en primera plana por el Caribe en una foto elocuente de las acciones vandálicas de los paleros de las rutas.
 
Una vez enterado de estos acontecimientos, el jefe de la policía, mayor general José Armando Polanco Gómez, ordenó a cada uno de los directores regionales, jefes de destacamentos y zonales que son responsables de que en sus zonas no se produzcan estos acontecimientos advirtiendo que tomaría medidas ejemplarizadoras en caso de negligencia en el servicio.  No era para menos y eso demuestra que el jefe policial está en lo suyo.  Falta ahora que “esos comandantes de allantes y movimientos” cumplan la orden para que desaparezcan los bates, los palos y los tubos en las rutas de los carros y autobuses.  Por cierto en las paradas de autobuses Baní, San Cristóbal, en la carretera existe un tal El Mono que es el dueño y señor de la vía; esto me lo contó un chofer.
 
Ya lo saben, cumplan o recibirán lo suyo, no lo escribo ni lo digo yo, lo dice el jefe de la policía mayor general Polanco Gómez, un policía de resultados, no de allante y movimiento.
 

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