La alarmante cifra de muertes infantiles en el mundo, que actualmente asciende a 7, 6 millones de niños y niñas cada año, mantiene preocupada a la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido a que muchos de esos decesos pudieron evitarse con intervenciones sencillas como los programas de vacunación.
La mayoría de estos menores no superan los cinco años, siendo las causas más comunes de fallecimientos: partos prematuros, falta de aire durante el nacimiento, negligencia en el cuidado neonatal y enfermedades letales infantiles como el sarampión, la polio, difteria, malaria, tétanos, tos ferina, neumonía por ‘haemophilius influenzae’ tipo B, Streptococcus neumonía, o la diarrea por rotavirus.
La OMS también precisa que tres millones de bebés mueren cada año en su primer mes de vida y expira un número similar de fetos. Durante los primeros 30 días, entre un cuarto y la mitad de todas las muertes suceden en las 24 horas de vida siguiente al alumbramiento, mientras que el 75 % se produce en la primera semana. El período más crucial para la supervivencia del recién nacido son las 48 horas que siguen al nacimiento.
Esta situación se ve reflejada en República Dominicana, donde la tasa de mortalidad infantil es de 22,22% por cada mil nacidos vivos, ocupando la posición 88 de 220 países, cifra superada en el 2010, con 23,1 %.
Aunque la nación dominicana mantiene una cobertura de salud moderada y un sistema de vacunación constante, al parecer resultan insuficientes las medidas adoptadas para evitar que tantos pequeños mueran cada año.
Al igual que la OMS, el Ministerio de Salud Pública debería no solo estar intranquilo por la cantidad de defunciones, sino implementar un plan de emergencia que impida, o al menos reduzca considerablemente, que tantos infantes mueran.
Ojalá que en los años subsiguientes, la noticia no sea el gran aumento de muertes infantiles, sino su reducción significativa, pues como considera la OMS, muchas de esas muertes son fácilmente evitables.