Viena.- Las «babyklappe», los «buzones» para entregar bebés en condiciones seguras, cumplen 10 años de existencia en Austria como uno de los instrumentos, junto al parto anónimo, para evitar el abandono descontrolado e incluso el homicidio de recién nacidos.
Como los centenarios tornos de los conventos, estos buzones permiten abandonar niños pero con más garantías, médica para los bebés y jurídica para las madres.
En 2001, una modificación legal despenalizó el abandono de niños en estos «nidos» y permitió a las mujeres dar a luz sin informar de su identidad y entregar a sus hijos.
Desde entonces, 15 hospitales austríacos han puesto en marcha estos «babynest», y en la mayoría de los grandes clínicas se ofrece la asesoría y la atención médica para un parto anónimo.
En total, 29 niños, de ellos 21 en Viena, han sido dejados en estos «babynest» desde 2001. Respecto al número de partos anónimos, las estadísticas nacionales hasta 2008 registran 249 casos.
«Aunque solo hubiera sido un niño, ya merece la pena. No entiendo las reacciones contra este proyecto, que cuesta tan poco y aporta tanto», explica a Efe el doctor Andreas Lischka, jefe de Pediatría del Wihelminenspital, el único hospital vienés con este servicio.
Lischka fue quien, en 2000, presentó a las autoridades municipales el primer proyecto de «babyklappe» austríaco.
«La idea es que esa madre, tras el parto, en su desesperación total por el motivo que sea, se pueda acoger a una posibilidad legal para no dejar al niño en un contenedor de basura a cinco grados bajo cero», resume el especialista.
La «babyklappe» vienesa es un pequeño cuarto en una discreta esquina del hospital, con una ventana que se abre desde fuera y que da a un cuna climatizada y vigilada por una cámara.
Al abrir la ventana suena una alarma en la unidad de cuidados intensivos de pediatría, desde donde el personal médico apenas necesita de unos minutos para recoger al niño.
La persona que entrega al bebé, cuyo rostro queda siempre oculto, encuentra una carta en ocho idiomas que explica cómo contactar con el hospital y un sello de tinta para tomar una huella del recién nacido, un «documento» útil si luego se reclama al niño.
Una vez cerrada la ventana, un pestillo electrónico impide que pueda abrirse de nuevo mientras llegan los facultativos.
Lischka califica este servicio como «el último paso de una red de protección» cuyos primeros niveles serían la educación sexual, para evitar embarazos no deseados, y el parto anónimo.
Esa complementación la tiene clara también Christa Pletz, del centro sobre parto anónimo del Estado federado de Estiria.
De hecho, Pletz considera que la «babyklappe» no tiene sentido sin la seguridad y confidencialidad que ofrece el parto anónimo.
Ambos servicios surgieron juntos en un momento en el que aumentaron los homicidios de recién nacidos, relata Pletzt.
Según esta experta, las situaciones que llevan a optar por el parto anónimo son tan diversas como la edad y la posición social de las madres, con el denominador común de que todas se ven en la necesidad de ocultar ese embarazo y ese nacimiento.
Aunque Pletz reconoce que es difícil establecer una relación directa con la muerte de neonatos, sí menciona un informe realizado por la psiquiatra Claudia Klier en 2009, según el cual el número de homicidios de recién nacidos cayó un 50 por ciento entre 2002 y 2005, con el parto anónimo y el «babynest» ya en servicio.
«Creo que sí salva vidas, pero también que no puede evitarlo todo, ya que hay que trabajar en distintos niveles», asegura Pletzt.
Lo que también destaca esta jurista es la necesidad de entender que el parto anónimo puede ser una muestra del amor, cuando una madre consciente de que no puede hacerse cargo del bebé decide entregarlo en adopción.
Respecto a las críticas, han sido moderadas en Austria y se refieren sobre todo a la imposibilidad de los niños de rastrear sus orígenes, algo posible en los procesos de adopción regulares.
La recuperación de los niños es posible, siempre que el proceso de adopción no haya concluido y que Protección del menor, responsable de los niños tras su abandono o entrega, confirme la identidad de las madres y concluya que están capacitadas para hacerse cargo de los niños.
Además, varios hospitales de Austria no han querido instalarlo alegando que la «babyklappe» no garantiza que el parto se produzca en las condiciones de seguridad y atención que precisan madre y bebé. EFE