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Metales por drogas

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En Villa Consuelo opera un centro de venta de metales por drogas. En la zona de las calles Hermanos Pinzón, Arzobispo Valera, en el entorno de la ruina donde funcionaba el histórico mercado de Villa Consuelo y en los lugares donde compran metales se agrupan los consumidores llamados “Piperos”.

La identificación de “Piperos” es porque los consumidores de crack utilizan pipas para fumar.

Durante el día y la noche los “piperos” se desplazan por otros sectores de la ciudad en búsqueda de todo tipo de metales, los cuales son llevados a vender en negocios que comercializan esa materia prima para enviarla a China e India.

República Dominicana se ha convertido en un suplidor de metales a países que pagan por ello un buen precio.

Un ejército de gente de las calles, en particular los “piperos”, se dedica a la recolección de metales; mientras que otras bandas organizadas con camionetas, camiones y equipos se roban las tapas del alcantarillado, puertas de hierro y todo lo que sea metal.

El vandalismo es tal, que a figuras en hierro o bronce del patricio Juan Pablo Duarte, las bandas las arrancan del lugar donde se encuentra, e igual ocurre con cables del tendido eléctrico, alambres de conexiones telefónicas y el sistema de cable por televisión.
El robo del Arcabuz del museo del Faro a Colón puso al descubierto el tema de los metales. Esa acción vandálica se le atribuye a Freddy Benjamín Cuello Puello ( Freddy El Vicioso), ampliamente conocido como un “pipero” de las calles 5 y 8 del Ensanche Las Américas.

La familia de Freddy El Vicioso lo entregó a la jefatura de la policía porque, alegadamente, fue la persona que dejó esta arma antigua abandonada por la zona denominada El Farolito.

Según Freddy El Pipero, él encontró el arma en un basurero del Faro a Colón y confesó que “la tomó para venderla por hierro y gastarlo luego en crack”.

Eso mismo está sucediendo a la vista de todo el mundo en Villa Consuelo, donde los enfermos que consumen crack roban metales para comprar la droga. Quienes venden esa sustancia mortal son los dueños de los negocios, por eso se reúnen donde compran metales.

Hace un año, en un trabajo de investigación realizado por quien escribe, que Don Rhadamés Gómez Pepín, director de El Nacional de Ahora, tuvo la gentileza de publicar en Semana, transcribía un testimonio de un joven.

Cuando le pregunté cuántas porciones de crack necesitaba para sentirse bien, el joven expresó: “oh comandante, diez piedras (porciones de crack) diarias”. Cuando le pedí que explicara de dónde sacaba el dinero respondió: “cuando hay abundancia de crack, una piedra me cuesta 80 pesos y cuando escasea de 100 a 120 pesos, y me busco ese dinero como sea, como sea…robando, atracando o matando”.

Partiendo de esos datos la mínima cuesta 80 pesos y sin los sábados y los domingos, un consumidor de crack necesita 24 mil pesos mensuales para costear el vicio. Esa es la motivación que lleva a estos enfermos a convertirlos en desechos humanos que roban, atracan, asesinan y venden metales.

Esta situación de Villa Consuelo y otros sectores marginados donde proliferan los piperos requiere de una atención especial por parte de las autoridades, porque el blanco de la persecución no son ellos, sino quienes compran los metales y cambian estos por drogas.
Es un asunto complejo porque por un lado los piperos delinquen y por el otro los metaleros les suplen las drogas.

Urge entonces, una labor de orientación y de prevención contra el uso indebido de drogas para desminuir el consumo; tratar de rehabilitar a los que están en el mundo de las drogas y aplicar manos duras a los traficantes (sean macro traficantes o micro traficantes”.

Es una axioma en el combate del narcotráfico que en busca del micro aparece la macro porque es esta última es la que coloca la mercancía en el mercado de consumidores. Hasta que no se tenga una política integral de Estado donde la juventud cuente con una alternativa de vida sana(deportes, salud, empleos, estudios garantizados) y la esperanza de una vida mejor el tráfico de drogas seguirá aumentando, porque el Código Procesal Dominicano se ha encargado de ser garantista y un protector de la delincuencia generalizada.

En Villa consuelo y los barrios la policía preventiva que hace su trabajo y la Dirección Central Anti-narcóticos (DICAN), esta última comandada por el general Nelson Rosario Guerrero, pasan la de Caín porque los piperos para evitar ser apresados se llenan de M… y al otro día están en las calles porque los fiscales quieren salir rápido de estos casos para no soportar el mal olor o contraer una enfermedad porque una gran parte de ellos por no decir todos tienen Sida, tuberculosis crónicas y enfermedades infectos contagiosas.

Así son las cosas: el asunto de los piperos es multifactorial y complejo.

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