En estos días de campañas proselitistas eleccionarias, que muchos dicen que comienzan después, pero la sociedad sabe que dura todo el año y más, la pregunta acerca de cuánto se derrochará de los recursos del Estado sigue siendo una constante. De todos modos el presidente de la Junta central Electoral (JCE), Roberto Rosario, ha defendido que dicho proceso no tendrá “complicaciones económicas”, a pesar de que el organismo ha perdido su estabilidad financiera.
En las organizaciones políticas se habla de una cultura organizativa para fundir propósitos a todo lo largo y ancho del territorio nacional, en pos de fortalecer el proyecto encaminado a destacar el liderazgo de sus candidatos.
En el caso del candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina, la frase de: “mantener lo que está bien, hacer lo que no se ha hecho…” ha sido aprobada por algunos militantes de dicha organización, otros consideran que Medina debe “agarrarse de las fuerzas leonelistas” para poder salir adelante.
Por su parte, el candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Hipólito Mejía, prosigue con su altisonante: “Llegó papá”, discutido por quienes consideran que con calificaciones paternalistas no se gobierna un país, en tanto que otros lo aplauden.
El resto de los candidatos se ubican en un escenario de búsquedas de unión interna por el fortalecimiento y crecimiento de sus filas y en lo externo en promesas hacia una población que vive las más difíciles situaciones en todos los sectores de su vida.
El escepticismo es común en estos días, porque el crecimiento global del país no se refleja en la mesa sobre la cual intentan poner algo de comer para sus hijos la mayoría de las familias. La pregunta sigue siendo ¿en quién creer para el mejoramiento de República Dominicana? Roberto Rosario insiste en que se cumplirá el reglamento electoral y los gastos que no estén contemplados en ese sentido se considerarán ilícitos y violatorios de la Ley.
El camino está por delante. Ojalá, tras cumplirse el proceso con la mayor austeridad, la población no quede exhausta por tantas manifestaciones de “voy a hacer”, sino por el “haberse hecho”.