De las experiencias ajenas, que no lo son tanto, también se aprende. Por ejemplo, en Honduras, la Alianza Internacional para la Consolidación de la Paz (Interpeace), “recomendó al gobierno crear nuevas oportunidades de desarrollo destinadas a la población más joven, con el fin de contrarrestar la violencia en el país”, cuya tasa de homicidios durante 2010, fue de 77,5 por cada 100 mil habitantes, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS), habla de un orden de nueve asesinatos por cada 100 mil habitantes.
La directora del programa de Juventud en Centroamérica, Isabel Aguilar, expresó que el Estado hondureño “ha dado respuestas débiles y ha privilegiado las opciones de mano-dura para resolver la criminalidad”. De manera que en vez de una reacción ante la violencia con “estrategias de prevención que aborden las causas estructurales y los factores influyentes en la base del problema”, las “erróneas políticas públicas… han contribuido a que hoy la tasa de homicidios en Honduras esté en los niveles de epidemia: la mayor en relación con naciones en guerra como Afganistán e Irak, dijo el comisionado de los Derechos Humanos, Ramón Custodio”.
En República Dominicana, no es sólo la bella e histórica Santiago la que exhibe altas cifras de homicidios, al reflejar en lo que va de año 24 personas ejecutadas en acciones de “sicariato”. El país muestra una cifra de 25 hechos criminales por cada 100 mil habitantes, y hasta la fecha han ocurrido 122 muertes violentas. Ni hablar de cuánto ha aumentado la inseguridad, da igual el barrio o sitio en que se mueva la persona, ni si son las 12 del día, o ya ha caído la noche.
El arzobispo de Santiago, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, llama a evitar que “Santiago sea convertida en una industria de sicarios”; pero, se trata de un clamor que atañe a todos los rincones del país.
Los términos “narcos” y “cárteles de la droga”, aparecen sucesivamente en los medios nacionales y volviendo a la violenta Honduras, mejor comprender que, como a ellos, habrá que elaborar propuestas de prevención a nivel primario y tratar “todas las causas de riesgo social con acciones concretas para proteger a la población de tanta violencia”.