¡Ofrézcome! No hay quién detenga esta espiral de violencia y sangre. Llanto, dolor y angustia, es el panorama vivido por las familias dominicanas por el alto nivel de delincuencia y salvajismo.
Tan sólo el martes 2 de los corrientes, me detuve a leer las llamadas crónicas rojas en los diarios impresos y digitales y contamos más de 15 casos de muertes violentas.
De pronto, como que se ha perdido la capacidad de asombro, el país parece haber entrado en la orfandad de autoridades y en un sálvese quien pueda, porque no hay quién detenga el crimen en las calles.
Secuestro, muertes, drogas y asaltos, es la película diaria en el territorio nacional.
A tan solo horas de que el presidente Fernández visite la populosa barriada capitaleña de Gualey, de la circunscripción No. 3, del Distrito Nacional, cae bajo el plomo cobarde y delincuente, en su propio negocio de barbería, el joven Otto Amaury Eusebio Javier, de 26 años, estudiante de términos de la carrera de Química.
Nani Eusebio, su padre, un dirigente político y popular del sector, con sus ojos ahogados en lágrimas y voz entrecortada, exclamó que el sistema de hambre, miseria y atraso de una sociedad como la dominicana, cargó con la vida de su vástago, al que puso por nombre Otto Amaury, en honor a los otrora revolucionarios Otto Morales y Amaury German Aristy, porque quería que su hijo, además de profesional, creciera con un pensamiento libre.
Otto Amaury estaba sentado en la puerta de su barbería, cuando la noche del viernes 5 de agosto cuatro personas, pistolas en manos, lo conminaron a entregarles el dinero de las recortadas del día.
Al joven peluquero mostrar resistencia, optaron por dispararles varias veces hasta quitarle la vida.
El hecho que conmocionó a toda la barriada de Gualey fue calificado de horrendo y abominable, porque se segó la vida de un jovencito de progreso, estudios y trabajo.
El doctor Leonel Fernández, quien dentro de 12 meses se despedirá del gobierno de la República, debería deponer sus anuncios, ofrecimientos y promesas a la población y, sólo concentrarse durante el año que le queda en la Presidencia, en fortalecer la seguridad de los ciudadanos y disminuir las horas de apagones en los barrios pobres de la capital, ya que estos dos renglones de su políticas son el caldo de cultivo de la delincuencia y el vandalismo.