Increíble, sorprendente e inenarrable la forma como mataron a Facundo Cabral.
Qué fatal mañana, aquella del sábado 9 de julio en Guatemala.
16 tiros al cuerpo del trovador argentino, a la voz latinoamericana de libertad espiritual y material, a la del poeta revolucionario, a la del filósofo popular, a la del repartidor de paz y amor a su prójimo.
No solo Argentina ha de llorar la pérdida de Facundo, porque este ser no era de “aquí ni de allá” sino, un ciudadano internacional; por ello su sangre ha de servir de abono a la tierra de otros lares y su cuerpo, semilla de justicia que ha de fructificar en el tiempo.
De por Dios, te lo pedimos Facundo, perdona a tus asesinos, porque no saben lo que hicieron, porque los poetas como vos, no mueren, nacen crecen, se desarrollan y van a la gloria.
Gracias por regalarnos parte de tu vida. Gracias, Facundo por permanecer con nosotros durante 74 años y gracias por ser la flor del sándalo, la que perfuma el hacha que la hiere.
La tristeza de tu infancia, las penurias de la cárcel y los interminables días de la dictadura argentina jamás pudieron doblegarte.
Tus matones, los de sangre fría, los sicarios que no valen lo que valía una saliva tuya, tienen que contar con tú perdón.
Las sabias y lógicas anécdotas de Facundo Cabral han de quedar imperecederas e inquebrantables en nuestros corazones, como aquella relacionada con el amor: “Si quieres ser feliz un día emborráchate, si quieres ser feliz una semana cásate, si quieres ser feliz toda la vida se jardinero; a los que utilizan la demagogia como arma le dice: “los políticos hablan sandeces y los gerentes, gerenteces”; a los que usan el “mimetismo mediático”, la mentira dicha muchas veces hasta convertirla en verdad, dice Facundo Cabral en una de sus canciones: “coman hierba, millones de vacas no pueden equivocarse”.
A los que le tienen miedo al matrimonio, Facundo Cabral le recomienda la masturbación, porque esta es una “antología sexual, una selección de los mejores coitos, maravilla, porque logra juntar Roma con París, económica, porque no hay que invitar a comer a nadie, ni compartir la cama con nadie, ni andar prometiendo pendejadas a nadie”, y termina diciendo que “La masturbación es una declaración silvestre de independencia”.
En una ocasión Facundo Cabral se preguntó: “cuando no hay pan en la mesa, quien fue el que le dio sombrero al que no tiene cabeza”.
Y otra vez se pregunto: “para qué aprendí a dividir, si el que suma y multiplica es el que vive de mi”.
¡Gloria eterna a la memoria de don Facundo Cabral!