Juan Bosch ganó las primeras elecciones democráticas celebradas en el país tras el ajusticiamiento de Trujillo, por el mismo factor que el doctor Leonel Fernández resultó vencedor de los comicios de 1996: la ausencia de Joaquín Balaguer, que en esas dos oportunidades estuvo invalidado.
El nicho del que dispuso el profesor Juan Bosch para construir la mayoría avasalladora con la que se impuso en diciembre de 1962, estuvo en la orfandad de las masas conservadoras trujillistas-balagueristas, que bajo ningún concepto podían apoyar a la Unión Cívica, y que por orientaciones precisas de su líder, exiliado en Nueva York y en desgracia con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, favorecieron a Bosch.
Bosch no ganó ni podía ganar las elecciones de 1966, entre otras razones porque el líder del voto conservador, que junto a las fuerzas liberales de Bosch, sumaba al triunfo, estaba presente en el escenario para recabar sus propios votos, situación similar a la que impidió que el licenciado Danilo Medina ganara las elecciones presidenciales del 2000.
Pero Bosch no ganaba esas elecciones porque además no tenía el propósito de ganarlas, porque estaba claramente convencido de que no le dejarían gobernar, amén de que fue objeto de una campaña de intimidación, que incluyó asesinatos y apresamientos de sus seguidores, y un ambiente tan pesaroso en el que su propia vida de vio amenazada, aún sin salir de su residencia a hacer campaña.
Bosch, ni nadie que quisiera a este pueblo como él lo hacía, deseaba la repetición de la guerra de abril de 1965, y estaba claro que no lo habían desplazado del poder para volverlo a colocar, a menos que no abjurara de sus principios y se convirtiese en su servidor incondicional de Estados Unidos, que después del triunfo de Fidel Castro no aceptaba otra Cuba en el Caribe, ni nada que se le asociara.
En Cómo los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el Poder en 1966, Bernardo Vega reproduce el serial de encuestas levantadas por la CIA, valiéndose hasta de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y es claro que Balaguer siempre se mantuvo a la cabeza del proceso.
Es cierto que Bosch era fuerte en la población urbana, pero Balaguer tenía el predominio del voto rural que era mayoritario.
En el fondo, a Bosch no le amalgama un triunfo de Balaguer, porque el país necesitaba un período de paz en democracia, que sirviera para lo que don Juan consideraba imprescindible para construir una sociedad moderna: promover la formación política del pueblo dominicano, lo que solo podría hacerse en un ambiente de paz.
Pero ocurre que esa paz dilató en consolidarse y buena parte del período de los doce años del presidente Balaguer, continuó matizado por una violencia alentada por factores externos.
Con Fidel Castro y Ernesto Che Guevara como luminarias, no hay quien le hablara a la juventud de avanzada de las urnas como vía para propiciar los cambios a los que aspiraba, había que hacer la revolución, y muchos expusieron sus vidas para lograrla, propiciando acciones que a su vez desataron reacciones desmedidas, y muchas veces, injustificables.