Asegura el doctor en Ciencias Históricas Oscar Loyola, prestigioso académico cubano, inquieto e hiperactivo ser humano, quien desde los debates historiográficos en FUNGLODE, durante la celebración del X Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, dejó por un rato el plenario para dialogar con las conductoras del espacio Qué pasa hoy y reflexionar sobre esa obra que ha desarrollado durante más de tres décadas de su vida en las aulas, donde su nombre y estilo peculiar de enseñanza han sentado pautas y multiplicado frutos en la docencia de la Historia.
Presidente de la Comisión de doctorado en la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Históricas. Recibió un premio por la obra de toda su vida, otorgado por la Universidad de La Habana. Oscar Loyola no demora en confesar: “Soy muy feliz porque he podido cumplir el sueño de visitar República Dominicana, tierra natal de esa figura que amo y respeto: Máximo Gómez. También he podido palpar la solidaridad y el amor que nos une con el pueblo dominicano.
“Este X Congreso de ADHILAC llena de orgullo a Santo Domingo. Porque los colegas de aquí, con el auspicio de su presidente, han hecho el esfuerzo por centrar el trabajo de la historia y todos estos debates en torno al criterio de las revoluciones en nuestro continente”.
-¿Tema controvertido este?
“Sí, pero hay que entender que Revolución no es una realidad política únicamente. Cambiar los medios de comunicación, hacer un programa más dinámico significa una revolución comunicativa. Hay revoluciones culturales, demográficas. Esto se entendió bien y por eso el X Congreso tuvo decenas de mesas donde, simultáneamente, se discutieron problemas que van desde las primeras revoluciones del continente hasta nuestras realidades actuales”.
-¿Cómo interactuaron unos y otros durante el Congreso?
“El historiador y el comunicador que ha rendido en su trabajo comienza a tener lo que se llama imagen pública y desde la primera sesión de trabajo se les pidió que actuasen como si estuviesen en su centro de trabajo o estudios de cada día. Eso propició conversaciones e intercambios sobre problemas muy importantes, sobre todo con los más jóvenes. Pudimos así orientar rumbos en los pasillos, que son sitios muy importantes en los congresos”.
El profesor Oscar Loyola impartió su primera clase a los 13 años y recuerda que cuando concluyó sintió dentro de sí que esta sería su labor durante toda su existencia. Así ha sido.
“La contemporaneidad y la tecnología facilitan muchas cosas hoy en día. En un congreso de esta naturaleza los jóvenes enfrentan sus temores y solicitan sus ponencias. Fue mi caso. Me siento satisfecho de que este texto pueda servir aquí para ofrecer una clase de Historia.
-Insisto en el concepto de revolución. ¿Es imprescindible que exista la contrarrevolución como co-actuante de estas?
“Existe la noche y el día…Igual existe la revolución y la contrarrevolución: la una necesita de la otra.
“Habría que entender por contrarrevolución aquella fuerza que no promueven el cambio, sino que lo retardan, digamos por ejemplo que el desarrollo del cine se fue lastrado por el teatro. Toda fuerza necesita de su contrario para el verdadero desarrollo. Hay que estudiar no sólo las fuerzas del cambio y las del contra- cambio, por llamarlas de algún modo comprensible”.
-¿La emotividad de las revoluciones y sus autores y detractores?
“Esto es fundamental, porque la historia y las ciencias sociales hay que vivirlas desde dentro. Para entenderlas hay que experimentar dolor, tristeza, solidaridad, rechazo. No es lo mismo ver a un líder que imaginárselo. Toda revolución o proceso social tiene himnos, banderas, escudos, colores que la identifican. El ser humano no puede distanciarse de esa marea”.
-Usted ha enseñado a amar la historia…
“Algo que me parece fundamental es la manera de enseñar la historia. A veces se piensa que para desarrollar el saber hay que contar con grandes laboratorios, equipamientos, etc. No es cierto, con un buen maestro que quiera y pueda enseñar y un grupo de personas que quieran aprender, la mitad del aprendizaje está garantizado. Por supuesto que en el siglo XXI los medios técnicos ayudan mucho».
-De aquel fin de la historia…
“En determinados momentos, ciertos gobiernos o regímenes políticos existentes fueron mostrando sus fracasos, Europa del Este es el ejemplo. Los errores acumulados les llevaron a perder el poder. Se dijo entonces que la historia había terminado.
“Pero, la historia son dos cosas: lo que sucede, quiera yo o no y lo que escribimos de lo que sucede. Lo que realmente entró en crisis no fue lo pasó, sino lo que se escribió en los medios de comunicación. Así pasó en otras ramas del saber. Quien viene y ve lo que ha sucedido en este X Congreso de la ADHILAC se da cuenta que la historia no puede terminar por dos razones: porque utilizando las frases de alguien: la historia es la forma espiritual en que una cultura rinde cuenta de su pasado. Y todas las culturas tienen necesidad de rendirse cuenta de sí mismas. En segundo lugar, porque mientras haya un ser humano cambiando un poco el mundo, habrá historia. Mientras alguien haga algo: siembre una flor, proteja un pajarito, salve su entorno…habrá historia”.
“Revolución no es una realidad política únicamente”
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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