Mientras el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), se robustece y creamos o no en las exactitudes de las encuestas, estas reflejan una superioridad numérica importante de su candidato Hipólito Mejía, el Partido la Liberación Dominicana (PLD), se debilita en lo interno y no son nada satisfactorias las divisiones que se manifiestan públicamente.
Como a “aguas revueltas, ganancia de pescadores…”, el ex presidente Mejía llama a los peledeístas y reformistas que lo deseen a alinearse en su candidatura.
El veterano peledeísta Euclides Gutiérrez Félix, afirmó telefónicamente en el programa televisivo El poder de la tarde, que el precandidato presidencial del PLD, José Tomás Pérez, está poniendo en juego su carrera política y señaló que los sectores que le rodean le llevan por pésimo camino.
Gutiérrez Félix habló hasta de la posibilidad de retirarse, porque está en total desacuerdo con quienes pretenden liquidar el partido fundado por Juan Bosch.
Los pronunciamientos de Tomás Pérez, con relación a que un 70 por ciento de los peledeístas pudieran expresarse en contra de la renovación de las actuales autoridades, incluyendo al presidente Fernández, generan la interrogante de si se la quiere cobrar al comité político y ¿qué es lo que promueve entonces?
Se plantea en algunos medios que en las bases del partido morado “prevalece un movimiento a favor de que la renovación de los dirigentes altos se produzca después de concluidas las elecciones presidenciales del próximo año, objetando así que su período se extienda por otros cinco años, como se ha sido propuesto…”.
Si los miembros del comité político del PLD, en un ejercicio pleno de libertad han decidido votar por Danilo Medina, no hay duda de que están en su derecho y un militante no puede olvidar la prioridad de su organización política: compromiso y disciplina, por encima de todo, tal y como plantean los reglamentos.
Otros candidatos han asumido posturas éticas y se han retirado y valorado la correlación de fuerzas en función de su organización. Las lecturas son diversas; pero, objetivamente, las decisiones de la mayoría tienen que respetarse. Se puede perder una candidatura, pero no el concepto de la integridad partidista y la imposibilidad de que los individuos quieran pasar por encima de esta, pues las consecuencias pueden ser nefastas… Esperemos resultados.