Danilo Medina ha entrado en el tramo final de la campaña interna del Partido de la Liberación Dominicana con fortalezas que serán determinantes no sólo para ser electo candidato presidencial con un endoso descomunal, sino para emerger como un conteniente que derrotará a su adversario en la primera ronda de las presidenciales del 2012.
El camino que lo ha traído a ser lo que aspiró: el candidato de un PLD unificado, a lo largo del trayecto, estuvo minado de obstáculos que hubo de ir salvando, cargado de prudencia, de fe, inteligencia y perseverancia.
Pese al impedimento constitucional, un sector de mucho poder y capacidad de movilización en su partido, batalló hasta lo imposible por tratar de que el presidente Leonel Fernández aceptara una repostulación, pero el mandatario llegada la hora que juzgó oportuna hizo lo que era más conveniente para él, para su partido y para la sociedad, no forzó el mingo y abrió el camino a la alternabilidad, que es la que más larga vida a dado en el poder a los partidos en América Latina y la que mejor servicio ha prestado al afianzamiento de la institucionalidad democrática.
A nadie le cupo duda de que el mayor beneficiario de ese trascendental anuncio del presidente Fernández, lo era Danilo Medina, quien, sin embargo, se vio de inmediato ante un posible escenario que trastocaba su objetivo de llegar a la candidatura sin producir heridas de difícil cicatrización: la presentación de la precandidatura de la primera dama Margarita Cedeño de Fernández.
De nuevo aquí sería determinante el rol del presidente y líder del PLD, que sin duda alguna apostó a un proceso interno sin traumas y a preservarse con un garante de una nueva victoria electoral de su partido, y aunque también esta posibilidad se mantuvo en debate en los medios de comunicación, resultó despejada.
Lo propio ocurriría con el vicepresidente de la República, el aspirante que tenía más posibilidad de ser proyectado como ficha de enfrentamiento de un sector del gobierno al líder de esa organización con más de cinco años fuera del tren administrativo y puntero en todas las mediciones, pero aquí de nuevo hizo su papel la racionalidad, y Rafael Alburquerque no solo declinó sino que endosó su apoyo a Danilo Medina.
Otros tres aspirantes se han mantenido en la contienda, pero no para disputar a Danilo Medina, cuyo triunfo no se discute, sino para procurar en estas primarias el crédito para jornadas posteriores.
Mientras el candidato opositor es el fruto de una contienda en la que casi la mitad de lo concurrentes, lo rechazaron adhiriéndose al discurso de que representa el retroceso, Danilo Medina saldrá como el candidato de un PLD monolíticamente unido, con todo su liderazgo en la calle defendiendo una misma causa.
La última inconveniencia externa que fue la de la presentación ante el Senado de un conjunto de medidas fiscales que generaron rechazo, ha quedado disuadida, por la forma inteligente con la que el Ejecutivo y el Congreso se abrieron al diálogo con los sectores afectados, y manejaron salidas que en ningún caso afectan a los más necesitados.
La asamblea de dirigentes que encabezó el pasado miércoles el presidente Leonel Fernández todavía debe andar retumbando en los oídos de aquellos que han hecho planes contando con que él sería indiferente a la suerte de su partido en las presidenciales del año próximo, ignorando que así como lo han logrado Lula en Brasil, y Uribe en Colombia, el mayor desafío de un líder no está en haber ganado varias elecciones como candidato, sino que la coronación la representa el dejar a su partido en el poder.