República Dominicana se encuentra entre las naciones que se alejan del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), según confesó el propio presidente Fernández.
Dentro de estos incumplimientos, lamentablemente, Naciones Unidas ha señalado la imposibilidad de cumplir con el propósito de reducir a la mitad el número de hambrientos para 2015.
La afirmación no puede ser más pesimista y de mal augurio, porque lustros atrás, 2015 se planteaba como fecha de realizaciones, sobre todo cuando en 1990, se hablaba de reducir en un 50% la pobreza extrema y el hambre.
Ahora, el Banco Mundial (BM), reconoce que 44 millones de personas “se hundieron en la indigencia entre junio del pasado año y febrero del actual, como consecuencia del alza de los precios de los alimentos”. Con relación a esto “parece dispuesto a inyectar 30 millones de dólares a un fondo que compra tierras agrícolas en América Latina…”
Las familias dominicanas dan fe de la manera en que la tendencia alcista de los precios en la canasta básica han superado los records de años anteriores y mundialmente se califica como los mayores costos en la última década del siglo XX, tendencia que continuará, según Abdolreza Abbassian, economista jefe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El hambre y la desnutrición agruparon 842 millones entre 1990 y 1992: 925 millones en el año 2010 y en la fecha actual se mencionan unos dos mil millones más de seres humanos que sufren carencias nutricionales. La FAO constata que son los países menos desarrollados los más afectados y aunque se reúnen los jefes de Estado y celebran conferencias y cumbres, la realidad refleja sus fracasos, en la medida en que no se incluyen en acuerdos la condonación de la deuda externa; el incremento de la ayuda económica y la eliminación de los aranceles que imponen los países ricos a los productos de las naciones pobres.
En el país, tras la solicitud del Despacho de la Primera Dama de la República, Margarita Cedeño de Fernández, la FAO ordenó un estudio sobre la aplicación de programas sociales de alimentación y nutrición, cuyo documento refleja, bajo el título: Políticas de Seguridad Alimentaria y Nutricional: análisis de experiencias en América Latina y Lecciones para la República Dominicana, los altos costos por falta de incentivos para financiamientos; carencia de coordinación intersectorial para la producción y evaluación de alimentos; debilidad del sistema de monitoreo, entre otras deficiencias que sustentan la ausencia de un plan estratégico para asegurar los alimentos.
De manera que si las cosas continúan de esta manera, no sólo se espera un año 2015 sin soluciones, sino un futuro incierto y vergonzoso en este siglo XXI, para el mundo y, en particular, para República Dominicana.