Entre los peledeístas corre el rumor –y ya sabemos que en política el rumor es la verdad- de que los legisladores que “siguen” las orientaciones del “grupo” de los perdedores, encabezados por Danilo Medina, Reinaldo Pared y Temístocles Montas, habían pactado con Leonel aprobarle la reelección continua a cambio de que todos fuesen reelegidos en sus respectivos curules.
Cuando a Danilo le presentaron lo pactado, vio que los participantes en el mismo eran tantos, que si se oponía o trataba de hacerlos reaccionar se quedaría sin “seguidores” en las bancadas. Y como él no esta interesado en valores morales, en institucionalidad, ni ningunas de esas pendejadas, sino en lograr la presidencia de la República , les dio el visto bueno a sus legisladores. Antes, los líderes dirigían las masas, ahora las masas saquean a los líderes, o es que no es líder ¨ná¨.
Pero, el pacto entre legisladores, Leonel y Danilo sólo alcanza a lo interno del PLD, es decir, los actuales legisladores serían candidatos sin tener que competir en una primaria interna, sino que una decisión del Comité Político así lo dispondría.
Leonel “juraría”, aunque la constitución le permitiría la reelección continua, no presentarse como candidato en el 2012, sino que esa fecha sería de Danilo. El nacido perdedor se enfrentaría a Hipólito, el candidato perredeísta ganaría y Leonel recuperaría, luego de otro desastre en la administración pública, el poder para los peledeísta en las elecciones del 2016.
Palacio adquirió una posición bastante cómoda: Leonel es el Presidente, tiene el respaldo de los legisladores y la técnica electoral, la Ley fundamental de campaña electoral, sostiene que el candidato del partido debe ser aquel que las encuestas señalen como posible ganador, no quien se proclame asimismo como predestinado.
Palacio entonces debe dedicar todos sus esfuerzos a lograr que ningún peledeísta supere al Presidente Fernández en las preferencias electorales y lo está haciendo magistralmente. Cuando llegue el momento de tomar las decisiones, las opciones estarán bien claras, al partido se le preguntará, al sabio PLD se le preguntará: ¿A quien ustedes prefieren, a Leonel con un 48 por ciento, o a fulano con un 15, o a zutano con un 9? La respuesta será una sola: ¡el Partido es sabio!
A los actuales legisladores empezó entonces a llegarle el rumor: el dilema de Leonel está resuelto, pero el de ellos no. Aunque el Comité Político apruebe sus candidaturas, tendrán que someterse al escrutinio popular y como tendrán de enemigos a todos los peledeístas que creyeron llegada su oportunidad, pero que le fue negada por un acuerdo de genios, nada le asegura una reelección, al contrario, sus días se tornan oscuros. ¿Cuál es la salida? Atar su suerte a la del presidente de la República; así ellos van a necesitar a Leonel y el mandatario los necesitará a ellos, lo que le asegura una posible reelección en el 2012. Así surgió la idea de extender el actual período legislativo hasta el 2012.
Esa idea cuenta con tanto respaldo y con tanta lógica, que aparecen como locos, estúpidos y talibanes suicidas aquellos que se oponen. Hipólito, en el PRD logró, en la reunión del pasado domingo, que el Comité Ejecutivo aprobara una resolución mediante la cual se expulsa del partido al legislador que respalde semejante propuesta. La razón es muy sencilla: Todos los legisladores de su partido están con Miguel Vargas y como Hipólito sabe que todos los legisladores respaldan extender el periodo legislativo; así, de un plumazo, se quitó de encima a más de 60 enemigos.
El dilema con la extensión del actual período legislativo es que son demasiados quienes ganan y muy pocos quienes pierden. Aquellos que pierden, como Miguel Vargas en el PRD y Danilo Medina en el PLD, tienen tan poco poder, que en sus últimos días no han podido pasar de ser niños llorones, esclavos de la plebe, esa plebe que los explota y los saquea.
Leonel aparece como el dueño absoluto del tablero político: Con la Cumbre puso a todos los sectores –hablo de aquellos que tienen influencia y poder- bajo su pie, los reformistas no son más que sus niños gritones, aunque le va muy bien en su mar de lágrimas, y al PRD lo tiene en un estado de agonía que sólo parece operar bajo del dominio de la depresión y que cuando no la tienen dicen como el boricua: ¡aquí, esperando una depre!