La noticia es harto conocida: “la Dirección Nacional de Control de Drogas arrestó a 187 personas a las que encontró miles de porciones de sustancias prohibidas durante un operación contra el microtráfico…”.
Y aunque la información señala que dicha actividad abarcó todo el país y fueron allanados 58 sitios, ocupadas 16 motocicletas, dos automóviles y tres armas de fuego, la realidad indica que existen centenares de sitios más, que aún no han sido tocados por tales escrutinios y donde se multiplica este negocio ilícito y perjudicial para la sociedad dominicana.
El país vive movido por las violentas acciones que provoca el consumo de sustancias prohibidas. Mientras se discute en otras latitudes si se despenaliza o no, para impedir que prolifere el negocio, pregunta sigue siendo cuán preparada están las sociedades para enfrentar desde el punto de vista médico, ético y legal esta realidad.
Si algo se ha desatado en los últimos tiempos es el desatino de quienes no sólo consumen y negocian los narcóticos y sustancias sicotrópicas, sino que patrocinan bandas donde niños, niñas y adolescentes, devenidos mulas, acaban sus existencia bajo los efectos de crack, cocaína y cuanto les haga vivir como desgraciados zombis.
La DNCD intenta nuevos esfuerzos, realiza múltiples operativos, confisca cocaína, marihuana, crack y algunas otras nuevas fórmulas narcóticas que comienzan a aparecer en el mercado. Se apresan antiguos delincuentes que reinciden en la violación de la Ley 58-88, pero el narcotráfico, en sus micro y macro manifestaciones continúa a la cabeza, distorsionando realidades y desvirtuando verdades.
Es desde la raíz, que significa escuelas, familias, sociedad toda, que debe enfrentarse este fenómeno que afecta, se agrava y multiplica cada día más, como yerba mala.