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Mi Guarda Espalda

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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En la esquina de la Pedro A. Bobea con Ave. Sarasota, en el Distrito Nacional, a dos cuadras del Hotel Embajador y a dos manzanas del parque Mirador Sur, Almacenes Unidos, supuestamente aliado con Miguel Vargas Mal Donado, está construyendo un monumento a la quiebra. Clandestinamente, anuncian que será usado como centro de distribución, aún nadie sabe el tipo de mercancía a distribuir, pero el fuego y la tormenta van dejando cenizas.

Yo vivo en Condominio Bella Vista, en la primera torre que hace frontera con esa lástima de varillas y cementos tan feamente armonizados. Los ingenieros han perdido la memoria y han despreciado la belleza de nuestro entorno, desconociendo las noches de tristeza que bañan nuestros ojos cuando lo miramos.

Dicen los pocos entendidos que el solar fue adquirido mediante el beneficioso método del Tercer Comprador de Buena Fe, una artimaña jurídica creada por las bien instaladas mafias de la industria de la construcción. Pero como los inversionistas nunca saben por donde anda el Diablo y como en cualquier momento puede aparecer un político denunciando robo, diciendo que conoce la historia del solar, han sido bien conservadores con la construcción, creando arruinados pedazos, viniendo y retirándose según la marea.

Cuando empiezan su martillar sacan de mi alma el corazón y decirles ya no sirve de poco. Encontré como solución a su penoso venir irme al patio y abrir una oficina debajo de un frondoso árbol. Allí atiendo mis negocios, leo mis libros, escribo dentro de mi mente y luego en el transcurso del descanso lo traduzco al computador.

Tan pronto me instalé debajo de mi gran amigo, un lagarto se montó en una rama a unos dos pies de mi cabeza y asumió la posición del principal guarda espalda del Presidente. Yo lo miré, observé su bien colocadas gafas negras y le digo: muy bien, serás mi guarda espalda. Cuidado con tu erotismo. El lagarto, movió los ojos, la cabeza, su sexi cola y aceptó su responsabilidad con honor, dispuesto a dar la vida por mí.

Si una hormiga intenta subirse por mis pies, él rápidamente baja de su dios y arremete contra ella haciéndola pasar a otra dimensión, de la que nunca regresa. Yo lo felicito y el vuelve a su posición vigilante, arreglándose las gafas.

Mientras esperaba al autor de Breves historias de amor, de Notas sobre las artes plásticas dominicana, de El Trujillo que yo conocí y otros relatos, -ente otras delicias poéticas-, el abogado, diplomático, poeta, crítico de arte y novelista, Judet Hasbún Espinal, una hormiga logró subir hasta mi hombro. Ya estaba lista para morder mi cuello cuando la descubrió, saltó con fiereza y la tomó en su boca. Yo le digo, un poco enojado:
—Aja, pendejo, no me estaba cuidando, bajaste a jartarte.

Él salto sobre el árbol, camino hasta colocarse en su posición de vigilancia, meneó la cola con un orgullo prehistórico y entonces abrió la boca y dejó que la hormiga se marchara.

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