Las irregularidades existentes en varias dotaciones policiales del país, han llevado a la jefatura de esa autoridad a realizar investigaciones profundas en diferentes provincias, a fin de indagar y poner a la luz violaciones cometidas por miembros de dicha institución castrense en el ejercicio de sus funciones y posibles vínculos con el narcotráfico.
Aún los hechos de Paya permanecen incompletos en cuanto a su explicación final, y las acusaciones del senador de Peravia, Wilton Guerrero, acerca de la situación del narcotráfico en dicha localidad y el posible vínculo de autoridades militares y del Ministerio Público con esa delincuencia subyacen como espada de Damocles, pendiendo sobre quién sabe cuántas cabezas, cuando en Bonao, la dotación completa, incluyendo oficiales superiores, resultan arrestados, acusados por mantener vínculos con narcotraficantes.
Encima, a menos de un mes, Puerto Plata figura entre las provincias donde militares de alta graduación, entre ellos un coronel, un mayor, dos capitanes, cinco tenientes y otros sargentos se hallan detenidos por supuesta complicidad con el tráfico ilícito de drogas y otros delitos no menos severos.
Desde agosto del año 2007, hasta nuestros días, han sido cancelados mil 136 policías, entre oficiales superiores, subalternos y alistados. El caso es que las acciones delictivas por las cuales más sufre la sociedad dominicana, como el narcotráfico y la propia delincuencia, han permeado, o mejor, penetrado de manera profunda entre quienes debían librar a la población de esos males.
Es cierto que el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín ha expresado que se actúa, y continuarán haciéndolo, drásticamente con los policías que no cumplan con honor su ejercicio; pero, ya es hora de que “la vista haga fe”. Porque en tan difíciles momentos que vive la nación, cuando salir a la calle resulta un peligro real y aún en los propios hogares dominicanas y dominicanos se sienten inseguros, esas noticias de agentes policiales sometidos a la justicia por cometer crímenes y delitos hacen pensar tristemente en la frase de: “si el llanto llega a los ojos, ¿cómo será el corazón?”.