No se puede enfrentar con ligereza lo que tiene lugar en el país con el cólera y aunque este multimedios ha insistido muchas veces en el tema, vale la pena repetirlo ahora y muchas veces más…
El ministerio de Salud Público señala una baja en el incremento de los casos de cólera, de acuerdo a la cantidad de pacientes que reciben los hospitales en el país con dichos síntomas y aunque las acciones de reforzamiento emprendidas, supuestamente deben reflejar una «mínima expresión” de incidencia de la enfermedad, pocas son las medidas que tienen que asumir las familias dominicanas.
No hay duda: la pobreza hace más vulnerables a las personas, sobre todo a estas que se bañan y consumen aguas de ríos plenos de basuras, excrementos y todo tipo de inmundicia. Los hacinamientos y carencia de higiene amplían la proliferación del cólera y de tantas enfermedades más.
Siempre repiten muchas personas que en esta nación vive Dios, o al menos tiene su mirada plena de piedad para el pueblo dominicano, porque son realmente “inauditas” las situaciones de insalubridad que existen, como caldo de cultivo para epidemias como estas que afectan y matan sin reparos.
Es cierto que las autoridades de Salud Pública trabajan fuerte en estos momentos. Quizás hubiese sido más factible empezar desde mucho antes; pero, mientras que las calles, contenes, cañadas, patios y derredores sigan llenos de basuras y en tanto las condiciones inhumanas en que viven tantas familias del país se mantengan, será imposible hablar de una cultura de orden social y de menos víctimas ante situaciones tales.
Se anda por las ramas, pero el tronco sigue contaminado y frágil.