La palabra moral del latín mos-moris, significa costumbre o costumbres en el sentido de conjunto de normas o reglas adquiridas por habito. Las costumbres que son buenas para el hombre, de las costumbres que le van bien, que le dan madurez y perfección.
Esta obligación no nos es impuesta desde el exterior por la autoridad social, sino desde el interior y de nuestra propia conciencia. La diferencia entre una persona que actúa bien y la que actúa mal es la moral.
El obrar bien deja siempre una huella de felicidad, mientras que el obrar mal deja un rastro de insatisfacción y disgusto. El que seamos felices dependerá de que acatemos a vivir de acuerdo con las leyes que tiene la felicidad humana.
La moral no es otra cosa que la estética del espíritu, el buen gusto en lo que se refiere al comportamiento humano.
La moral y la ética nos dan elementos de juicio para que aprendamos a juzgar lo que tenemos que hacer, no para que juzguemos a los demás, su función principal es orientar la conducta. Todos somos iguales ante la moral.
El filósofo Epicteto nos entrega esta máxima: A la larga todo hombre sufre el castigo de sus malas acciones. El hombre que recuerde esto no se enfadará con nadie, no se indignará con nadie, no humillará a nadie, no culpará a nadie, no ofenderá a nadie, no odiará a nadie.
La política, ciencia soberana, fundamental, la que rige los Estados, pero no es la que forma la moral ni la que está encargada de estudiar esta gran cuestión del bien. Por el contrario no es nada, si no recibe sus principios fundamentales de la moral y si no procura seguirlos.
La política determina cuales son las ciencias indispensables para la existencia de los Estados, las que los ciudadanos deben aprender y hasta que grado deben poseerlas.
Las ciencias más estimadas están subordinadas a la política, la ciencia militar y la administrativa. Como se sirve de esas ciencias prácticas y prescribe en nombre de la ley, lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, podría decirse que su fin abraza los fines diversos de todas las demás ciencias, y por consiguiente el de la política será el verdadero bien, el bien supremo del hombre.
La crisis económica mundial es vista por nuestra óptica en oxidación a que el hombre en su enfermedad espiritual es dominado por el egoísmo que no le deja darse a los demás, las ideas erradas que no deja salir de sus esquemas.
El hombre necesita ser educado para vivir como hombre, aprender a usar bien la libertad, como es propio de un hombre. Si no es educado vive como un animal mal preparado. No despliega sus capacidades que vienen dadas con su naturaleza, pero el despliegue de esas capacidades necesita educación moral. Aprender a ejercitar la moral y los conocimientos profesionales fusionados. La moral y la política no consisten simplemente en evitar el mal, esto es sólo el umbral mínimo, ambas ciencias consisten sobre todo en hacer el bien y tienen sus dimensiones inagotables. Cuando la política no es guiada por la moral la vida de todos es un cao.
Duarte vive: La política no es una especulación, es la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles.
El autor es vicealmirante de la Marina de Guerra.