A cincuenta años de la muerte de Rafael Leónidas Trujillo, muchas preguntas se suscitan día a día en la sociedad dominicana, empeñada durante estos diez lustros en fortalecer su democracia y dejar atrás las sangrientas memorias de una dictadura, cuyo protagonista principal resurge como fantasma insólito, aún en nuestros días.
Más allá de la manera en que se realizan las comparaciones entre una y otra época, el balance de la transición democrática en República Dominicana ha sido y es un ejemplo para la región y el mundo y pueden no existir respuestas satisfactorias sobre la manera en que la seguridad social en el país, la educación y la salud, entre otros aspectos, siguen siendo cuentas pendientes, unido esto al desbalance en la repartición de las riquezas y la inequidad; pero, el balance crítico y retrospectivo del proceso apunta a una realidad que deja muy atrás una dictadura que no puede repetirse nunca más, ni en esta nación, ni en pueblo alguno del mundo.
Este multimedios ha seguido de cerca la manera en que un grupo de personas empeñadas en que no se olvide la historia patria emprendieron la tarea de instaurar un Museo Memorial de la Resistencia Dominicana a la Dictadura que, finalmente, abrió sus puertas en conmemoración de este 50 aniversario del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo y la caída de su dictadura en 1961.
Un baluarte a la resistencia de dominicas y dominicanos, a quienes protagonizaron luchas que hoy se narran en la distancia de los tiempos, con la convicción inexorable que hechos así no pueden olvidarse si se quiere construir un mundo más justo y libre.
De las angustias y horrores del pasado se aprenden para no contravenir lo que tanta sangre ha costado. Si, un futuro mejor merece esta nación y, sin duda, es posible.