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Comerciantes se adueñan de calles y aceras

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Caminar por las calles de la ciudad de Santo Domingo es un peligro inminente para cualquier persona sin importar edad o condición física, debido a que los comerciantes informales, establecidos y ambulantes, se han apoderado de las aceras, impidiendo la libre circulación de los peatones.
 
Para que los transeúntes puedan moverse con facilidad tienen que caminar en plena vía, a expensa de ser atropellados por un vehículo, ya que los comerciantes colocan sus mercancías, no solo en las aceras, sino también en parte de la calle.
 
Las cantidades de negocios que tienen como fragmento de sus instalaciones a los espacios públicos van desde tiendas de ropas, electrodomésticos, mueblerías, ferreterías, gomeras, pica longas y mercados de productos comestibles.
 
La Compraventa Ramírez, de la Avenida Albert Thomas, en el Distrito Nacional, ocupa las aceras y partes de la calle como extensión de su sala de exhibición para mostrar mercancías a los posibles compradores, forzando así a los transeúntes a disputarse la vía con los choferes.
 
En este sentido, Pedro García, residente en el sector María Auxiliadora, narró que su nieto de 6 años se fracturó un brazo tratando de esquivar los electrodomésticos instalados en las aceras, obligándole a disponer de sus ahorros para recibir los servicios médicos.
 
Por su parte, Ramón Brito comentó que el descaro de los comerciantes es tal, que algunos han construido escaleras en medio de las aceras para acceder al segundo nivel de su negocio.
 
Sin embargo, la osadía de los comerciantes alcanza su máximo nivel en el caso de la Ferretería Andrés, cuyos cargamentos de bloc, arena y gravilla se hallan sin escrúpulos en la propia avenida, mientras que los ambulantes deben ingeniárselas para transitar por el lugar.
 
Igual situación se observa en la avenida Máximo Gómez con Nicolás de Ovando, donde los vendedores, en su mayoría haitianos, han obstruido totalmente el paso de los caminantes, ocasionando prolongados entaponamientos y provocando una guerra entre vendedores y rutas de carros.
 
En esa intercepción se venden los más variados productos y artículos como gafas, comidas, frituras, vegetales y bisuterías, que han convertido las aceras en un mercado donde sólo pueden disponer de su uso los mercaderes.
 
Los que llevan la de perder son las personas mayores, pues producto de su condición física no pueden caminar por las aceras abarrotadas de mercancías, ni tampoco hacerlo por las calles, donde su poca movilidad les convierte en víctimas seguras de accidentes de tránsito.
 
Además de los comerciantes, mecánicos y gomeros no se quedan atrás. Para ellos resulta muy normal apoderarse de las esquinas e instalar en ellas sus talleres. Y toda esta situación sucede ante la mirada indiferente de las autoridades competentes y la impotencia de los ciudadanos, quienes han tenido que abandonar los espacios que les corresponden por derecho para caminar libremente por su ciudad, en estos días, totalmente imposible.

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