La proliferación de los vendedores de comida chatarra en los alrededores del hospital Luis E Aybar ponen en peligro la salud de las personas que acuden, no sólo a ese centro sanatorio, sino también al Instituto Dermatológico y Cirugía de la Piel Humberto Bogaert y a la Fundación Activo 20-30.
Estos centros de salud están ubicados en la calle Albert Thomas con Manuela Diez, en el sector María Auxiliadora, perímetro usado por los vendedores ambulantes, quienes aprovechan la afluencia de personas para estacionar sus triciclos, camioncitos o mesas, en busca de mayores ventas.
Los pacientes que consumen alimentos en eso lugares están expuestos a adquirir bacterias y parásitos intestinales, como ameba, cólera, cólicos, diarreas, además de problemas digestivos.
Los coqueros, fruteros, jugueros, queseros y paleteros ofrecen sus productos sin adoptar las más mínimas medidas de higiene, como lavarse las manos antes de manipular los alimentos, lo que significa un foco de contaminación para la población.
En ese sentido, Cinthia Espinal, estudiante de enfermería, narró que dejó de comprar comida cuando un día observó a un coquero que se asomó a un árbol para orinar y luego siguió vendiendo sus productos sin lavarse las manos.
Sin embargo, Natalia Jiménez explicó que aunque en el lugar no existan las condiciones requeridas, ni la limpieza necesaria, las personas compran los alimentos porque están ahí, al alcance: “si no estuvieran, nadie los compraría”.
Jiménez entiende que las autoridades competentes deberían crearles un lugar a una distancia considerable de los hospitales, donde se pueda obtener el control de higiene que requiere la venta y manipulación de alimentos.
La bioanalista Maritza Ortiz comentó que resulta contraproducente que en medio de tres organismos de salud, donde la gente va en busca de bienestar físico, se comercialicen comidas de manera antihigiénica, pues cualquier persona podría salir de su casa saludable y regresar enferma.
Ortiz describió que el sólo hecho de comerse una empanada preparada con un aceite negro de tanto uso o una fruta pelada con un cuchillo oxidado, es suficiente para contraer una enfermedad intestinal
Otra consecuencia de la instalación de los vendedores es la cantidad de basuras que generan en el entorno y la propagación de roedores e insectos que se alimentan con los desperdicios de frituras; además de las moscas que se posan en las frutas ya peladas.
Una señora residente en el barrio María Auxiliadora, quien no quiso ser identificada, expresó que hace dos semanas el Ayuntamiento del Distrito había saneado el lugar; pero, al parecer, perdieron la batalla porque lo chiriperos volvieron a instalarse.
Además de los problemas de salud que pueden provocar con sus productos los buhoneros, también imposibilitan la libre circulación de los pacientes, quienes tienen que caminar por las calles, debido a que las aceras están ocupadas.
A esto se agrega el tumulto que ocasionan los controles de carros y guaguas que funciona en el mismo lugar ocupado por los vendedores, todo lo cual obstaculiza las entradas al instituto y a la Fundación Activo 20-30.
Chiriperos obstaculizan entrada a centros de salud
LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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