El sentimiento de lealtad, respeto y admiración por Danilo Medina es religión en una parte del peledeísmo, así como lo es la devoción que otra parte experimenta con el liderazgo del presidente Leonel Fernández, y también hay segmentos que sienten mayor grado de identidad con otros líderes de la organización.
Después de salir triunfante del proceso interno en que procuró el aval su partido para una segunda postulación, Fernández pudo unificar las fuerzas y conducir al Partido de la Liberación Dominicana a otra victoria electoral, porque, tanto entre quienes lo apoyaron como entre los que lo adversaron, había reconocimiento de sus méritos y conciencia de su potencialidad.
El que se reelegía era un político consagrado, con el aval de una militancia y de un liderazgo que nadie cuestionaba.
Danilo Medina es el mejor candidato, porque es amado por la parte del partido que le ha sido fiel, y porque es respetado y admirado por la otra.
Nadie, absolutamente nadie, cuestiona sus méritos para procurar la candidatura presidencial. Lo saben bien preparado para ejercer el poder y resaltan su integridad.
Saben que gobernaría con espíritu de cuerpo y que sería incapaz de regatearle a algún compañero suyo el lugar que merezca, por consideraciones grupales.
De hecho, ha manejado sus aspiraciones, con un criterio claro: el de no surgir como el candidato de un grupo, sino de toda la organización, lo que no es un simple apelativo de campaña, puesto que admira y respeta a todos los que han contribuido a forjar ese instrumento al que él mismo ha consagrado más de la mitad de su vida, el PLD.
Uno de los propósitos que ha enunciado es convertir a los dirigentes de bases del PLD en interlocutores entre la comunidad y el gobierno. Esto es, fortalecer el partido, fortaleciendo la autoridad de sus dirigentes.
Es el que puede acarrear hacia las canteras del PLD la mayor cantidad de votos de sectores de la sociedad sin militancia política, en los que ha desarrollado un trabajo que le ha permitido contar con centenares de movimientos de apoyo, tanto en el territorio nacional como en las ciudades del mundo donde se concentra la diáspora dominicana.
Es el que ha estudiado con mayor profundidad las carencias de la sociedad dominicana y el único que muestra planes concretos para romper con las cadenas de la pobreza, contrarrestar el auge de la delincuencia y mejorar la educación.
Es un defensor de los logros alcanzados por las gestiones del PLD, que, sin duda, han contribuido a elevar las condiciones de vida del pueblo, sin dejar de visualizar la necesidad de un mayor énfasis en una redistribución más justa de los ingresos.
De lo que se trata con Danilo es de evitar que vengan los opositores a dañar lo bueno, pero que además se hagan otros aportes por el desarrollo. La jefatura de él, sería la del PLD en consenso con la sociedad.
En Danilo Medina no hay otra aspiración que la de servir, y lo hará, auxiliándose de las mejores gentes. En el PLD saben que la oportunidad que lo coloca a las puertas del poder la ha labrado peldaño a peldaño, colocando por delante el engrandecimiento de la organización y el bienestar del pueblo.