Todos los días tenemos delante de los ojos muchas diferencias que no se perciben ni se expresan con palabras. Los contrastes físicos, emocionales, de roles y hasta de estereotipos los vivimos desde la familia, con la madre y el padre, hermanos, hermanas, abuela o abuelo. ¿Dónde radica la diferencia sexual de los cuerpos humanos? ¿Acaso esa discrepancia se fundamenta sólo en la ubicación y funciones de los genitales externos para el hombre, internos para la mujer?
¿Cómo es posible que permanezcan excluidos otros rasgos corporales diferentes como, el peso y largo de los huesos, las hormonas, estrógenos o la testosterona, así como la fuerza individual del torrente circulatorio? ¡Ni la piel es igual! Desde la vellosidad de los hombres, hasta la redondez de las formas en las mujeres.
Existen justificaciones culturales e históricas. Vale recordar cómo desde el siglo V A.C., médicos griegos analizaron los cuerpos masculinos. Ojo, el cuerpo de las mujeres no fue incluido en sus investigaciones y por tanto, sus formas o diferencias quedaban en desventaja al ser comparadas con ellos.
Todavía hoy, en los libros de textos educacionales y hasta de medicina, se mantienen esa “generalidad” como si hablar de hombre, pueda considerar los dos sexos diferentes. Quizás esa omisión da pie para que el cuerpo femenino sea controlado por los otros y se aprueben en las leyes.
Durante los cursos de capacitación a las y los funcionarios públicos resultan impresionantes las opiniones al identificar esas diferencias objetivas, visibles, cotidianas, que permanecen ocultas en las palabras, como consecuencia de una cultura sexista excluyente impuesta desde los hombres que al poseer el conocimiento aportaron los conceptos y acciones vigentes.
Tales prejuicios sobre la heterosexualidad humana fueron transformándose desde el desconocimiento y el pecado hasta la posesión y dominio, como se señala en el libro Placer Sagrado, Nuevos Caminos Hacia el Empoderamiento y el Amor, donde la doctora Riane Eisler evidencia esa visión del cuerpo humano, en sus sexualidades matizadas por esquemas estereotipados y añejos.
Doctora Riane Eisler investigadora social, abogada y escritora, nacida en Viena, (1937) huyó de los nazis con sus padres a Cuba, y más tarde emigró a los Estados Unidos. Su trabajo sobre transformación cultural en los derechos humanos de las mujeres impactó en muchos campos, incluyendo historia, economía, psicología, sociología y educación. Su obra ha sido reproducida en idiomas tan diversos como Español, Francés, Inglés, Chino, Ruso, Coreano, Hebreo, Japonés y Árabe. http://www.cuatrovientos.net
Ella argumenta: “Esta re-conceptualización del cuerpo femenino como objeto controlado por alguien ajeno presentó una serie de importantes resultados. Se justificó la explotación y el dominio masculinos del cuerpo de la mujer, vista exclusivamente como instrumento de procreación y/o recreación, de servicio y trabajo para los hombres en su familia. Gradualmente, también llevó a las mujeres a imaginar su cuerpo desde una perspectiva masculina definida por los dictámenes de un sistema dominador, patriarcal y excluyente.”
Con este y otros elementos alcanzamos el camino de comprender las batallas desarrolladas por las luchadoras feministas desde el siglo pasado, por el derecho humano de ser dueñas de su cuerpo, con el objetivo de eliminar las tradicionales manifestaciones de violencia, omisión, discriminación, inequidad y subordinación de todo lo femenino.
Al enriquecer el conocimiento, otras palabras reclaman nuevos conceptos, cambios de actitudes y formas de enfrentar las relaciones personales, porque somos seres humanos inteligentes y sexuados en su diferencia: hombre y mujer.
*Maestra en Ciencias de la Comunicación
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