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Aprender de Japón

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Lo que acontece en estos días en la tierra japonesa es más que paradigmático para el mundo entero; no sólo porque la solidaridad humana dicte que las miradas deben estar fijas allá, sino porque los grandes ejemplos tienen el poder de multiplicarse y fijar modelos de conductas.
 
Tras el dolor de tantas pérdidas humanas y materiales, aún cuando los constantes “temblores, bamboleos, sacudones y ruidos sordos continuos”, mantienen una secuencia que pudiera calificarse de aterradora, los habitantes de la tierra del Sol naciente mantienen una actitud ejemplar.

Un mensaje que circula en estos momentos por las vías internautas merece ser compartido. Así escribe alguien desde el centro mismo de la destrucción: “Las cosas aquí en Sendai se han sucedido de forma surrealista. Pero yo soy un bendecido por tener amigos tan maravillosos que me están ayudando mucho, ya que mi casa, que bien podría ser llamada casucha destartalada, quedó inhabitable, yo estoy viviendo en la casa de unos amigos. Compartimos provisiones, agua y un calentador de kerosene. Dormimos todos alineados en una habitación, comemos en torno a una vela y nos contamos distintas historias”.

El resto del texto describe con detalle cada instante que vive la población nipona, la manera en que durante el día se ayudan hasta con la recepción y comunicación de las noticias; las largas colas para obtener agua potable donde haya alguna fuente de suministro, que luego comparten, al igual que los escasos alimentos, sin que se produzcan “actos de pillaje, ni amontonamientos o empujones en las colas.

“La gente deja las puertas de calle abiertas por mayor seguridad cuando ocurre alguna réplica. Es común oír a la gente decir: esto es como en las viejas épocas donde todos se ayudaban entre sí”.

De esta manera subsisten miles y miles de japoneses: sin bañarse durante días, “viviendo a nivel instintivo, de la intuición, del cuidado, de lo que es necesario para la supervivencia, no sólo la mía sino la de todo el grupo”, refiere el autor de estas líneas que transcribimos textuales y, finalmente,  preguntamos ¿cuánto más hay que aprender de estos seres que desde las montañas de Sendai y en otros rincones del territorio asiático mantienen conductas tan extraordinarias?

Concluyo con algo textual que conmueve por su contenido de amor y solidaridad: “Hombres mayores con sombreros verdes van casa por casa para asegurarse que todos estén bien. Además la gente les pregunta a los extranjeros si necesitan ayuda. No veo signos de miedo. Resignación si, pero miedo y pánico no”.

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