Japón continúa con el recuento de víctimas mortales del terremoto que el pasado viernes causó un devastador tsunami. La cifra no para de crecer: el hallazgo hoy de 2.000 cadáveres en la prefectura de Miyagi, al noreste del país, duplica el balance anterior de 1.897 muertos -la cifra oficial que por ahora reconoce el Gobierno-. Las autoridades temen que lleguen a 10.000.
Además, 1.419 personas han resultado heridas, más de 10.000 están desaparecidas y más de 400.000 han sido evacuadas, la mayoría cerca de las centrales nucleares dañadas por el temblor, según la agencia local Kyodo.
Alrededor de un millar de cuerpos fueron hallados en una playa de la península de Ojika, mientras que otros tantos fueron encontrados en la ciudad de Minami Sanriku, donde al menos 9.500 personas -más de la mitad de la población- están en paradero desconocido.
Sin embargo, algunos medios creen que es posible que muchos de estos desaparecidos huyeran a tiempo a la vecina localidad de Tome, también en Miyagi. Tampoco se conoce el paradero de otros 8.000 residentes del pueblo costero de Otsuchi, en la provincia de Iwate.
Entretanto, los equipos de emergencia se afanan por rescatar cerca de 300 cadáveres atrapados entre los escombros en la ciudad de Sendai, capital de dicha prefectura, que tampoco han sido incluidos en el recuento oficial de víctimas. En muchos núcleos urbanos continúan apareciendo cuerpos sin vida en las playas y la labor de los equipos de rescate se ve dificultada por las constantes réplicas y la magnitud de la devastación causada por el terremoto, el mayor que ha sufrido Japón desde que comenzó a registrar datos hace 140 años.
El Gobierno de Miyagi ha solicitado ayuda a otras prefecturas para comenzar con la quema de los cuerpos con el fin de evitar la propagación de enfermedades entre los supervivientes, muchos de los cuales afrontan hoy su cuarta noche sin agua, comida o electricidad.
Ayuda internacional
Unos 100.000 militares al mando del operativo de salvamento siguen peinando la zona en busca de víctimas atrapadas bajo los escombros o arrastradas mar adentro por la ola gigante de 10 metros de altura. Japón cuenta con la colaboración de EE UU, que distribuye alimentos y material de socorro a través de un portaaviones y helicópteros, y ha recibido ofertas de ayuda de cerca de 70 países, que han aportado bomberos, médicos o especialistas en el manejo de grúas para retirar los restos de edificios y llegar a los atrapados.
Además de países como Australia, India, Corea del Sur, España, México o Francia, están colaborando otros que tradicionalmente mantienen unas tensas relaciones con Japón, como China o Rusia, que mantiene un conflicto territorial con Tokio por la soberanía de las islas Kuriles.
China enviará 30 millones de yuanes (3,2 millones de euros) en ayuda humanitaria a la zona afectada. Pekín ya envió ayer un grupo de 15 miembros del Equipo Chino de Búsqueda y Rescate Internacional para ayudar a localizar supervivientes.
"China es también un país propenso a sufrir terremotos, y empatizamos totalmente con los sentimientos del pueblo japonés en estos momentos", ha declarado hoy el primer ministro chino, Wen Jiabao, que ha transmitido sus "profundas condolencias por la pérdida de vidas" y ha expresado la "sincera simpatía con el pueblo japonés".
Wen, en una conferencia de prensa anual celebrada en Pekín, ha recordado que tras el terremoto de Sichuan de 2008, que mató a más de 80.000 personas, "el Gobierno japonés envió un equipo de rescate a China y ofreció suministros". Y ha asegurado que Pekín "continuará proveyendo de más ayuda a Japón de acuerdo con sus necesidades".
Por su parte, la Agencia de Turismo de Japón ha declinado informar sobre los 2.500 extranjeros que se encontraban visitando la zona afectada por el seísmo, según recoge la agencia de noticias Kyodo. Varias embajadas han recomendado a sus ciudadanos no viajar al país, donde una nueva réplica de 6,3 grados en la escala Richter ha hecho temblar de nuevo la zona nororiental a las 15.13 hora local (ocho horas menos en la España peninsular).
Desde el viernes, se han registrado casi 300 réplicas del devastador seísmo, y la Agencia Meteorológica nipona indicó anoche que hay un 70% de posibilidades de que se produzcan réplicas de hasta 7 grados en la escala Richter hasta el miércoles, por lo que las autoridades siguen pidiendo precaución a las poblaciones de la costa ante la posibilidad de que se vuelvan a repetir los tsunamis.
Situación caótica
Ante la gravedad de la situación, hoy se suspenderán los trabajos en instituciones como el Parlamento de Japón, algo inusual en una de las naciones más avanzadas del mundo. Tampoco abrirán sus puertas las plantas de los gigantes de la industria automovilística nipona Honda, Nissan, Mitsubishi, Suzuki o Toyota, líder mundial del motor, ante la dificultad de continuar operando sin recibir las piezas que necesitan y la petición del Ejecutivo de que conserven energía para evitar más cortes de suministro en los próximos días.
Así, Toyota ha anunciado la suspensión de toda su producción en Japón al menos hasta el miércoles, lo que se traducirá en 40.000 vehículos menos. Honda también detendrá la fabricación al menos hasta el día 20, y ya ha cerrado todas sus plantas excepto una de motocicletas en la isla de Kyushu (sur), que parará mañana.
También los ciudadanos, sobre todo los de grandes urbes como Tokio, se intentan adaptar ante el anuncio de cortes eléctricos programados para afrontar las crisis de las centrales nucleares. El sector tecnológico también se ha visto afectado: compañías como Sony, Canon y Nikon ya han anunciado que sufrirán retrasos en las entregas de fábrica de sus productos.
La devastación y el caos también han afectado a competiciones deportivas, como los Mundiales de patinaje artístico que se iban a disputar en Tokio del 21 al 27 de marzo, y que han quedado suspendidos, según la Unión Internacional de Patinaje (ISU). La cancelación definitiva del campeonato o el aplazamiento está pendiente de una posterior evaluación, según la federación internacional. También se han pospuesto todos los partidos de la liga japonesa de fútbol, y la selección nacional podría retirarse de la aparición como equipo invitado en la Copa América, que se celebrará en julio en Argentina.
El archipiélago de Japón está asentado en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad volcánica y telúrica, y Tokio se encuentra en uno de los lugares más peligrosos, donde tres placas continentales se están frotando unas con otras, lo que genera una enorme presión sísmica. El Gobierno ha advertido desde hace tiempo de la posibilidad de que se produzca un terremoto de magnitud 8 antes de 30 años en la zona urbana de la capital.