Había que estar muy atormentado de la cabeza para firmar el acuerdo que acabó con el artículo 49 de nuestra pasada Constitución, ese que contenía el mandamiento de que cualquier quisqueyano tenía derecho a dos periodos constitucionales y nunca más, nunca jamás. Miguel Vargas Mal donado, se quitaba de encima a Hipólito Mejía y a Leonel Fernández, dos ex presidentes y, quedaba sólo en el escenario político nacional. ¿Por qué lo hizo?
Hasta el Diablo le duele saber que firmó ese pacto satánico, pero Aves de un mismo plumaje vuelan juntas: esa es la inviolable ley bíblica. Me di cuanta del enorme tormento en la cabeza de Vargas por la gente con la que andaba y sobre todo por la publicación en la prensa nacional, por varios días, de un listado en el que mostrada el respaldo de más del 90 por ciento de los perredistas que ocupan posiciones electas. Aquello fue una verdadera estupidez, pues el mundo político actual, lo que demuestra, es que la plebe no tiene líderes. Ella se está levantando, como plebe, con su propia cabeza.
Leonel Fernández tiene el respaldo de más del 90 por ciento de la dirigencia electa del PLD, y tiene el 70 por ciento de la masa peledeísta en contra, un 70 por ciento que se mostró radicalmente opuesto a una posible reelección. Ese perverso proyecto tuvo que ser abandonado, por orden de las masas. ¿Cómo Vargas Mal donado no pudo ver eso? ¿Cómo se puso a creer en unas autoridades electas que ya nadie les obedece?
Cometió la torpeza de poner a su jefe de campaña, Alfredo Pacheco, acompañado del funesto, a realizar una rueda de prensa en la que se declaraban ganadores cuando sabían que habían perdido, cuando lo que le tocaba allí era hacer lo que manda el Código del Perdedor: llamar al precandidato triunfante, Hipólito Mejía y felicitarlo por su victoria, asumir la total responsabilidad por la derrota y agradecer el trabajo realizado por sus colaboradores, por sus familiares…; y, marginarse totalmente de la campaña, aislarse, dedicarse a reflexionar, estudiar hasta encontrar una salida a su dilema. Mantener la lealtad a su organización y pedirle a sus colaboradores que se integren a los trabajos del candidato electo.
No solo no fue capaz de cumplir con ese mandamiento básico de la competencia electoral moderna, sino que cometió la torpeza calificable como muy bruta de desafiar al Presidente de la Comisión Nacional Organizadora, el Doctor Esquea Guerrero, un dirigente perredeísta que si algo le sobra por mucho es carácter.
Mis lectores recordarán que les advertí sobre la dificultad para someter a Vargas Mal donado al Código del Perdedor, pues es un hombres que detesta estudiar, alejado de los libros; y por tanto le es incomodo lograr disciplina intelectual, controlar esas perversas emociones hijas de las incontroladas apetencias políticas. Ya no es posible someterlo, violó el Código y a sus colaboradores no le queda otra salida que mandarlo al zafacón del PRD.