Las ballenas jorobadas han vuelto a su casa: la bahía de Samaná, en el noreste dominicano, cuyas autoridades reafirmaron este año su compromiso por la conservación de los cetáceos e, incluso, inauguraron un observatorio terrestre para avistarlos y aumentar así el turismo en la zona.
En los meses de la primavera, verano y otoño, estos cetáceos viven en las aguas frías del Atlántico Norte y en invierno inician una larga travesía hacia los mares tropicales para aparearse y dar a luz y luego retornar a su zona de alimentación.
La bahía de Samaná forma junto al Banco de la Plata y el Banco de la Navidad, en el norte, el Santuario de Mamíferos Marinos, que abarca una zona de 12.700 millas cuadradas, convirtiéndola así en el área protegida más grande del país caribeño.
La temporada observación de ballenas, que se extiende hasta el 30 de marzo, representa una de las actividades económicas más importante para Samaná y toda la costa Atlántica del país.
Las autoridades esperan este año la visita de unas 30.000 personas a la zona de observación de ballenas, lo que superaría en 2.000 la cifra de 2010, según dijo a Efe el administrador del Santuario de Mamíferos Marinos, el biólogo Peter Sánchez.
Con sus impresionantes saltos, sus coletazos o sus aletazos, las ballenas jorobadas ofrecen un verdadero espectáculo a los miles de turistas de diferentes nacionalidades que cada año, abordo de embarcaciones autorizadas, llegan a la zona de observación.
Sin embargo, en muchas oportunidades más de un turista se ha ido decepcionado a su casa porque los carismáticos animales se niegan a salir a la superficie.
Las autoridades no permiten a una embarcación una estadía mayor de media hora en el área de observación, y este tiempo se reduce a la mitad cuando son pocos los mamíferos sumergidos, así que transcurrido el tiempo, la nave debe volver al puerto.
Las ballenas jorobadas miden alrededor de 15 metros y su nombre se debe a la forma de joroba que a menudo presentan en la base de la aleta dorsal.
La zona favorita de casi el 80% de las ballenas que visitan estos meses la bahía de Samaná, es Punta Balandra, donde el 15 de enero pasado el Ministerio de Medio Ambiente inauguró el primer Centro de Observación Terrestre de Ballenas.
Este lugar servirá de avistamiento y observación de los cetáceos sin la necesidad de abordar una embarcación y no tendrá costo alguno para los usuarios, explicó Peter Sánchez.
El observatorio está dirigido, indicó el funcionario, "a las madres con niños pequeños y a todo el público que no le gusta el mar, que siente que corre algún riesgo".
"Miles de personas han visitado ya este lugar, porque representa una actividad educativa, ecológica y contribuye a la unidad familiar", apuntó, e informó que el Ministerio de Medio Ambiente evalúa otras zonas para instalar más observatorios, agregó el funcionario.
En diciembre pasado, Greenpeace instó al Gobierno dominicano a combatir la caza de la ballena jorobada, la cual fue autorizada en junio por la Comisión Ballenera Internacional tras 20 años de prohibición.
El coordinador de la campaña de océanos de la organización ecologista en América Latina, Milko Schvartzman, explicó entonces que el país caribeño se adhirió en 2009 a la Comisión Ballenera, pero no ha cumplido con la cuota anual que le otorga voz y voto en las reuniones de este organismo.
El impago de esta cantidad, de algo más de 10.000 dólares, impidió a República Dominicana oponerse con su voto a la concesión de una cuota de caza anual de nueve ballenas jorobadas a Groenlandia por tres años, aprobada en la reunión que celebró en junio en Agadir (Marruecos) la Comisión Ballenera Internacional.
Peter Sánchez aseguró que el país caribeño "siempre ha estado en contra del uso letal de las ballenas y los mamíferos marinos" y que el Ministerio de Medio Ambiente "trabaja" para resolver lo del impago.
"Somos pioneros en la conservación de esos mamíferos" afirmó. EFE