“La independencia de la República como hecho, como origen, creo que debe contarse desde 1821, aunque como realidad efectiva no exista hasta 1844, ni como realidad moral hasta 1873”. Así escribió Pedro Henríquez Ureña a Federico García Godoy en 1909. A continuación, ofrecemos a los lectores de DominicanosHoy.com estos fragmentos de una carta que debe constituir lectura para dominicanas y dominicanos, en la comprensión de lo que significa en la historia patria el 27 de febrero. Al final, una nota merecida a Juan Pablo Duarte.
“Y ya que Rufinito pone sobre el tapete los problemas de nuestra independencia, voy a permitirme hablar a usted de ellos. Para mí tengo que la idea de la independencia germinó en Santo Domingo desde principios del siglo XIX; pero no se hizo clara y perfecta para el pueblo hasta 1873. La primera independencia fue, sin duda alguna la de Núñez de Cáceres, no claramente concebida, tal vez pero independencia al fin. La de 1844 fue consciente y definida en los fundadores; pero no para todo el pueblo, ni aun para cierto grupo de gente. Libertarse de los haitianos era justo, era lo natural; ¿pero comprendía todo el pueblo que debíamos ser absolutamente independientes?
Ello es que vemos la anexión a España y sabemos que, si para unos esta anexión pecaba por su base, para otros fracasó por sus resultados, y por ellos la combatieron. Y lo extraño, luego es que ni ese mismo fracaso bastara a desterrar toda idea de intervención extraña y que todavía en el gobierno de Báez se pensara en los Estados Unidos. Sin embargo, para entonces la idea había madurado ya, y la revolución de 1873 derrocó en Báez, no sólo a Báez sino a su propio enemigo Santana; derrocó, en suma, el régimen que prevaleció durante la primera República y desterró definitivamente toda idea de anexión a país extraño. Esa es para mí la verdadera significación del 25 de noviembre: la obra de ese movimiento anónimo, juvenil fue fijar la conciencia de la nacionalidad.
Desde entonces, la acusación más grave que entre nosotros puede lanzarse a un gobierno es la que lo denuncia ante el pueblo como propenso a mermar la integridad nacional; y cuenta que hasta ahora la acusación, en todos los casos, parece haber sido infundada. El año de 1873 significa para los dominicanos lo que significa en México el año de l867; el momento en que llega su término el proceso de intelección de la idea nacional.
Nuestro periodo de independencia, por tanto, nuestro proceso de independencia moral se extiende, para mí, desde 1821 hasta 1873. En ese medio siglo, el momento más heroico, el ápex, es 1844. Pero esa fecha debe considerarse como central, no como inicial. La independencia de la República como hecho, como origen creo que debe contarse desde 1821, aunque como realidad efectiva no exista hasta 1844 ni como realidad moral hasta 1873.
Es lógico: independencia, para los pueblos de América, significa independencia respecto de Europa, no con relación a otros pueblos de la misma América, aunque éstos hayan sido de razas y tendencias tan contrarias a las del pueblo dominado (como ocurrió en nuestro caso) que la dominación se haya hecho sentir como tiranía. No soy yo, seguramente el único dominicano que se ha visto en este conflicto: cuando algún hispanoamericano nos pregunta la fecha de nuestra independencia, respondemos naturalmente 1844; pero como con frecuencia surge la pregunta de si para esa época todavía tuvo España luchas en América, necesitamos explicar que de España nos habíamos separado desde 1821: con lo cual declaramos al fin tácitamente, que esa es la fecha de la independencia dominicana.
No pretendo, ni con mucho, afirmar que 1821 sea nuestra fecha más gloriosa. No lo es: nuestra fecha simbólica debe ser siempre la que el voto popular eligió, el 27 de febrero: no por ser inicial, sino por ser la que recuerda la obra más grave y hondamente pensada, la más heroicamente realizada (tanto más cuanto que el mismo pueblo no la comprendía, según lo deja ver el propio Rufinito de usted) en la cincuentena de años que he llamado "nuestro período de independencia”.
Juan Pablo Duarte
“Brilló por fin la aurora del 27 de febrero de 1844, cuyo éxito colmó la noble aspiración de aquel patriota desinteresado, que no soñó jamás con otra gloria, que con la de lavar la mancha de la ocupación y afrenta de su país". (Necrología de Duarte, publicada por Féliz María del Monte en el periódico dominicano "El Observador", fundado en Santo Domingo en Mayo de 1876).