Cuando los grandes teóricos de la Era del Conocimiento empezaron con su fanfarria de que el conocimiento es el valor más alto que tiene la economía, creo que fui el único economista del mundo que le respondí diciéndole que eso era una gran mentira, llamada a hacer mucho daños, pues los banqueros, ricos en conocimientos y ladrones hasta la tambora, se robarían la finanzas del mundo. Así ocurrió.
La historia de la humanidad ha demostrado que nunca, en ninguna época hemos tenido déficit de conocimientos, todo por el contrario, lo conocimientos siempre han estado muy por encima de las necesidades materiales de los seres humanos.
Dije entonces, refutándoles a esos teóricos, y lo repito ahora, que el valor más alto que tiene la economía es la honestidad. Todo el que maneja una empresa sabe que tiene que invertir más en perseguir a los ladrones que lo que invierten en nuevos conocimientos. Siempre pongo el ejemplo de los dos mecánicos: uno sabio y ladrón, otro honesto pero que no sabe tanto. ¿Dónde llevaría usted su carro?
Para mí resulta monstruoso el sólo pensar que alguien le pueda hacer daño a un proyecto tan hermoso como el desayuno escolar, pero Leonel Fernández llenó la administración pública de ladrones. Recogió los viejos ladrones del reformismo y los unió a los nuevos ladrones, esos que le respaldan toda su perversidad, como el podrido intento reeleccionista.
Nuestro Ministro de Educación, Melanio Paredes, está admirablemente dotado para hacer el bien y está atrapado en el mundo de mentiras y ladrones. Es hora de que entienda que el desayuno escolar no puede tener déficit de conocimientos. ¿Cómo es posible que no sepamos cómo repartirles pan sano a nuestros niños? Si alguna enfermedad tiene el desayuno escolar es el exceso de deshonestidad. Administrar es la cosa más sencilla del mundo, pero se requiere gente honesta para ello.