La patria de Juan Pablo Duarte experimenta especial orgullo nacional ante la memoria del patricio y este 26 de enero resulta momento propicio para que las familias dominicanas, residentes fuera y dentro del país, invoquen sus imperecederas enseñanzas para reafirman espacios éticos y morales, esos que tanto requieren los tiempos actuales.
“Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”. Así habló el Padre de la Patria, en momentos de impotencia y desesperación.
“Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante”, expresó en otra ocasión el creador de la Trinitaria y aseguró de inmediato que “El amor de la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes”.
De Duarte aprendimos también que “El crimen no prescribe ni queda jamás impune”. Que debemos trabajar “por y para la Patria, que es trabajar por nuestros hijos y para nosotros mismos”.
Duartianas son los enunciados que determinan: “Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.”
Los tiempos marcan un rescate indispensable de las ideas y la acción de Juan Pablo Duarte. Junto a Sánchez y Mella; bajo la noble efigie de Luperón y el ejemplo de tantos héroes y heroínas de esta noble nación, sus mensajes relucen como estrellas: “Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están muy acordes en estas ideas: destruir la Nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación entera”.