Muchas veces he imaginado estar observando lo que estoy leyendo, los gestos, satisfacciones, interrogantes, la serena inteligencia de mente ágil en acción del filósofo maestro que satisface a la juventud inquieta, ese discípulo que no quiere dejar de escucharlo.
Han pasado muchos soles y lunas, las neuronas mueven las páginas y vuelvo a vivir los gratos momentos cuando estudiaba a los ilustres maestros.
Esta madrugada en un sueño alegre estaba en la ciudad Mitilene, en el 600 antes de Cristo. Me uní a una multitud, la mayoría jóvenes estudiantes que escuchan al sabio y gran estratega Pitaco. Como consuetudinario buscador, alerté las neuronas; encendí mis dos receptoras.
La juventud está ansiosa por preguntarle y él sonríe a terminar la disertación con la ley que impone una pena doble al borracho, con el deseo de que no se emborrachasen.
Un inquieto mozalbete le pregunta. ¿Qué es lo mejor? le dijo: El hacer bien lo que se hace. Otro levanta la mano diciendo, maestro deseo saber cuál es el mayor poder. Sonríe, te aseguro el de la tabla pintada. Se refiere a la ley. Focaico insistía en que hay que buscar un hombre bueno y le dice: por mucho que lo busques no lo encontrarás. Dos jóvenes acuerdan preguntarle. ¿Qué es agradecido? Les responde: El tiempo, incierto-el futuro, seguro-la tierra, segura-el mar, incierto.
El filósofo levanta los dos brazos. Silencian, comprenden él desea hablarle: “yo sé cuando una persona es inteligente, cuando prevé las cosas difíciles antes de que sucedan para que no sucedan, y de los valientes, resolverlas bien cuando sucedan. No predigan lo que piensan hacer, porque si no lo hacen serán burlados, jamás hables mal de un amigo, ni siquiera de un enemigo.
Practiquen la piedad, sean moderados, verdaderos, leales, restos, ejerzan el compañerismo. Silencio y el aplauso es de larga duración. Levanta la mano derecha y dice: Ya me retiro, han pasado más de setenta inviernos.
Los ciudadanos agradecidos por todo lo que hizo por el bienestar de ellos, lo invitan a caminar, yo voy como un mitilense con la inquieta curiosidad. Llegan a un amplio terreno y le dicen: Este lugar se llama PITACIA: Tus mitilenses muy agradecidos deseamos que sea tu lugar de descanso.
Pitaco con muestra de agradecimiento acepta solamente el trozo de tierra que considera suficiente para cubrir sus necesidades; no quiere ser latifundista. Se justifica con esta máxima: “El poco es más grande que el todo”.
Estas pinceladas de Pitaco las había vivido en la biblioteca de Cannes, Francia el 13 de agosto de 1953.
Hoy 25 de enero del 2011; pensando en Pitaco; me encuentro en un mundo, sociedad de consumo y lo propio es ver al hombre en un afán de capitalizar con los bienes materiales. Enriquecerse no importa como sea. El tiempo no le permite dedicarse a la familia como un padre con el ejemplo educador a los hijos, conversaciones de la vida en comunidad y juntos a la mesa dar gracias a Dios por sus bendiciones y crear el camino en el crecimiento espiritual. Ser hombre para el bien.
¿Qué está sucediendo en la familia?. La ambición desmedida guiada por el egoísmo insaciable, sed devoradora de dinero que lo aleja, no hay acercamiento que el amor de padre de familia necesita, exige.
Vivir solamente para tener, tener, acumular riqueza material, insegura que lo hace pobre, un necesitado de todo. Es el drama de la insatisfacción. Vivir solo para poseer lo pasajero.
Este ser humano no ha crecido para la felicidad, ha destruido lo propio de la función humana, la realización. Ansío ver uno solo y sería de gran alegría que me diga en paz: Yo tengo lo que necesito para educar a mis hijos, lo otro no es necesario.
El autor es vicealmirante de la Marina de Guerra.