El reclamo del 4% del PIB, apoyado en una ley que ya cuenta trece años, ha dejado experiencias muy válidas. Hubo sectores que se unieron a la protesta y quizás algunos, como se ha dicho, lo hicieron interesados en alguna medida por lo que esto ayude en la asignación de mayores recursos que les beneficien particularmente. Otros le darán un “uso” de provecho político al debate. Pero, en definitiva, ni siquiera el 4% sería suficiente para una educación como la que necesita el país: habría que dirigir mucho más en este sentido, en la comprensión de que hombres y mujeres del mañana requerirán una instrucción de la cual aún carecemos.
Si algo hay que señalar en el acontecer nacional es la carencia de respuestas a tiempo, sobre todo cuando existe un motivo que lo incita.
Aún no han dicho las organizaciones y entidades competentes nada al respecto. El amarillo sigue colmando avenidas y propósitos y quienes deben hablar, sencillamente, callan o tocan el tema con otros matices.
Algunos reflexionan en voz alta que al país se le escamotea lo que tiene que ser motivo de protestas, por ejemplo, este tema del por ciento que se reclama para la educación sigue en espera, aún cuando se integra a lo que constitucionalmente define y atañe a la nación.
¿Fortalecen o desgastan los largos debates en el país, sobre todo si se recuerda cuánto deteriora la salud democrática? Es que, en verdad, todo se ciñe a lo que de un lado manifiesta el malestar a través de protestas, marchas, etc, sin que haya soluciones o al menos una explicación con tino del momento que vive la sociedad dominicana. El propio presidente Leonel Fernández debía ofrecer a la población una información completa, de manera que esas personas que levantan sus voces por cuestiones justas y valederas, consideren que han sido escuchadas de verdad.