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A un año y tres meses de las dos tragedias de Haití

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Haití, que de acuerdo a estudios de organismos internacionales es el país más pobre de América, es centro de atención del mundo, cuando conmemora un año del devastador terremoto del 12 de enero del 2010 que causó unos 250 mil muertos y 1 millón 500 mil damnificados.

Mientras que la segunda tragedia del cólera, enfermedad que en sólo tres meses, desde octubre pasado, se ha llevado 3.759 vidas, con más 171 mil 304 infectados, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La Unión Europea (UE) manifestó su preocupación por la inestabilidad política en Haití un año después del terremoto y reiteró que sigue siendo una de sus principales prioridades ayudar a su reconstrucción, que se estima tardaría 10 años.

“La inestabilidad actual impide que la ayuda humanitaria de la UE llegue a las personas necesitadas y hace que el proceso de reconstrucción sea más lento y difícil", destacaron en un comunicado conjunto la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, y los comisarios de Desarrollo, Andris Piebalgs, y Ayuda Humanitaria, Kristalina Georgieva.

La UE se movilizó para proporcionar asistencia humanitaria al país inmediatamente después de la catástrofe, y destinó 3 millones de euros a necesidades de emergencia, una cantidad que se incrementó de manera gradual hasta alcanzar los 120 millones a finales de 2010.

La UE hizo hincapié en que es el primer donante mundial en Haití y que en la conferencia internacional de donantes de marzo de 2010, comprometió 1.200 millones de euros para asistir al gobierno haitiano en la reconstrucción a medio y largo plazo.

Según sus datos, la UE ya ha destinado alrededor de 600 millones de euros, lo que representa más de la mitad de los fondos prometidos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) recomendó al Gobierno haitiano tomar medidas para apoyar la participación de los jóvenes y de las mujeres en la reconstrucción del país.

El estudio demuestra que "la tasa de escolarización ha disminuido después del 12 de enero", al tiempo que indica que el 75% de los alumnos van a escuelas privadas.

La otra tragedia, no menos preocupante que afecta Haití es el cólera. Los indicadores hablan que en Haití siguen afectándose por el cólera muchas personas, en especial en las zonas rurales, donde se llegan a tasas de 100 infecciones por día, aunque consideran positivo que menos personas mueren.

Los organismos internacionales se quejan de que hay poca información disponible procedente de las áreas rurales de Haití, por lo que la cifra podría ser mayor.

Organizaciones como “Médicos sin Fronteras” criticaron la respuesta de la comunidad internacional a la epidemia, alegando que no se hizo lo necesario para mejorar los servicios sanitarios.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA) recomendó al Gobierno haitiano tomar medidas para apoyar la participación de los jóvenes y de las mujeres en la reconstrucción del país.

El estudio demuestra que después del terremoto la tasa de escolarización ha disminuido después del 12 de enero", al tiempo que indica que el 75% de los alumnos van a escuelas privadas.

Bosc pidió a las autoridades haitianas y a los organismos de desarrollo que impulsen "el acceso de las niñas y las mujeres a la educación en general" y apoyen "el desarrollo de una masa crítica de jóvenes graduados".

También invitó a facilitar "la integración y participación de los jóvenes en las esferas de decisiones". El UNFPA, por otra parte, estimó que el 80% de las personas que dejaron la capital después del cataclismo regresó cuatro meses más tarde.

Ese terremoto azotó justo el corazón económico del país y enterró bajo los escombros gran parte de los medios de sustento de la nación; todos los avances alcanzados en la década anterior en la lucha contra la pobreza quedaron reducidos a nada. En frías cifras, las pérdidas y daños alcanzaron los US$7.900 millones, el equivalente al 120% del producto interno bruto del país.

La magnitud de la tragedia se explica en gran medida por la alta densidad demográfica, pero también por la profundidad de la pobreza.

Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, era el peor preparado para enfrentar un desastre y el que se encuentra en las condiciones más deficientes para emprender la reconstrucción.

Luego del terremoto, la comunidad internacional unió esfuerzos para ayudar al país a atender sus necesidades más urgentes. Los trabajadores internacionales de socorro salvaron miles de vidas, atendieron a los heridos, acogieron a los 1,5 millones de desplazados durante un año completo y les proveyeron de agua, alimento y servicios
de salud y educación.

Los masivos esfuerzos de limpieza y reconstrucción continúan, pero el avance es mucho más lento de lo que cualquiera esperaría, obstaculizado por un huracán y un brote de cólera que se ha cobrado hasta la fecha 3 650 vidas.

Un año después, la mayoría de los desplazados sigue viviendo en campamentos provisorios. La comisión interina para la recuperación de Haití, presidida por el primer ministro, Jean-Max Bellerive, y el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, enviado especial de la ONU para Haití, lidera los esfuerzos para proporcionar alternativas
habitacionales y de servicios.

No obstante, el ritmo de progreso en el sector de la vivienda ejemplifica como ningún otro las dificultades que enfrentan las autoridades locales y los expertos internacionales en las iniciativas de recuperación de un país tan pobre como Haití.

El terremoto fue justo antes de las cinco de la tarde, lo que significa que muchos funcionarios públicos estaban en sus puestos de trabajo, en particular las autoridades de rango alto. Murieron muchos empleados y casi todos los edificios públicos quedaron destruidos.

Aunque los donantes han ayudado al Gobierno a recuperar las funciones básicas (gestión económica, recaudación de impuestos, servicios de educación, transporte), aún se necesita muchísimo apoyo para construir la capacidad de organización que exige la reconstrucción. El Gobierno también deberá mejorar la transparencia y fortalecer las instituciones en general para hacerlas más eficientes.

El secretario general de la OEA, José Miguel Inzulsa, ha declarado que a un año de la tragedia de Haití "hay demasiados actores y poca coordinación" en la reconstrucción. El titular de la OEA dijo desear "fervientemente" que el proceso de reconstrucción coja impulso una vez se resuelva el "problema electoral", que, sostuvo, ha "entorpecido un poco" la labor de recuperación de esa nación.

"Ha habido un gran esfuerzo para coordinar la reconstrucción", consideró. Pero el problema reside en que la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (CIRH) tiene que ser dotada no solamente de poderes sino también de los recursos, agregó.

Un año después del terremoto, Haití sigue siendo un caos al que no llega la ayuda prometida por todos los que, conmovidos, aseguraron que iban a llevar a cabo la reconstrucción.

De los US$10.000 millones prometidos parra la reconstrucción del empobrecido país, apenas ha llegado unos pocos cientos, y solo el cuatro por ciento de los escombros ha sido retirado, según.

Apenas unas decenas de miles de personas se han atrevido a volver a sus casas agrietadas o han sido realojados en las viviendas prefabricadas que se están levantando en diferentes zonas como solución también provisional pero más digna que las tiendas de
campaña.

Quedan en cualquier caso un millón de haitianos viviendo en los aproximadamente mil campamentos que se mantienen en la zona afectada por el terremoto, cuyo epicentro se situó a quince kilómetros de Puerto Príncipe.

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