El nuevo año que acaba de empezar corona multitudes de incógnitas y propósitos, algunos novedosos y otros, la mayoría, tendientes a encontrar soluciones en un nuevo período de las vidas de dominicanas y dominicanos.
En la oposición, el Partido Revolucionario Dominicano reclama un cambio en la política gubernamental para “producir una mejoría en la vida de la población”, en tanto que el Partido de la Liberación Dominicana pronostica no abandonar “el trono”, que por muchas “puntillas” que molesten en su contorno, parece tener más ganancias que pérdidas para quienes se “sacrifican” y asumen el poder.
Para que la sociedad dominicana pueda desechar todo lo negativo y tomar sólo lo bueno que hay en todas las cosas requiere confianza y eliminación consecuente de ese escepticismo que acompaña el día a día. Creer en las personas de buena voluntad, esas que por suerte prevalecen a pesar de todo y elevan sus voces para reafirmar aquello de que “algo existe más allá del absurdo”. Pero, sobre todo conceptuar que cada quien es parte de esta nación que exige y merece ser más democrática.
La capacidad de cambiar las cosas, enfrentar las adversidades, implican entereza de ánimo y voluntad para seguir adelante. En el país se habla de un desarrollo económico y comercial que se enmarca sólo en renglones no distributivos en beneficio de las mayorías.
Si, 2011 señala nuevos retos. La implementación del nuevo marco constitucional llena a algunos de optimismo. Pero, ¿significa esto avances en los cumplimientos de cuanto rige la Constitución de la República? O sea, ¿podrá existir realmente una reafirmación institucional?
Algunos hablan de pasos hacia adelante; otros mencionan caminos retrógrados. Transparencia y fortalecimiento institucional conllevan acciones concretas. Es hora ya de entender que no se pueden burlar las leyes, sino darles cumplimiento, ese que espera una nación que, a pesar de todo sonríe, espera y lucha por un mañana mejor.