Y lo peor es que no se acaban de ver soluciones en relación con las solicitudes de aumentos salariales exigidos por médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud.
La amenaza de “paralizar los servicios en los hospitales públicos, si los legisladores no acogen el proyecto de ley que busca aumentarles los salarios”, parece estacionarse en un punto donde no se divisa la luz al final de tan largo y escabroso túnel.
En períodos de lluvias, cuando los males diarreicos colman los hospitales y otras enfermedades respiratorias conspiran contra la salud ciudadana, entre muchas dolencias más, se abre paso el mensaje del presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), Waldo Ariel Suero y la presidenta de la Unión Nacional de Servicio de Enfermería (UNASED), Minerva Magdalena, anexados como gremios de salud, en jornadas de luchas dirigidas a que se cumplan finalmente sus demandas luego de seis meses, según dijeron, de esperar respuestas del gobierno.
Y todo esto tiene lugar mientras que la opinión pública conoce de la disputa entre senadores y diputados, por demandar los primeros aumentos de sus sueldos mensuales, similares a los otros.
Lamentable hecho mediante el cual los legisladores alegan cobrar menos que los diputados y pagar los mismos impuestos. Se habla de que cada senador percibe RD $125,000 mensual, sin descuentos; en tanto que los diputados devengan un salario de RD $200,000 cada uno.
Habitamos un país donde cada quien reacciona según lo que piensa su cabeza, en función de sus particularidades, como si olvidaran quienes asumen funciones legislativas y otro tipo de responsabilidad oficial, que responden a una selección popular y que el meollo está en cómo solucionar los problemas que abaten a la sociedad dominicana.
El problema no es si ganan miles menos, porque por los “más” nadie pelea y están en los barrilitos y en otras posibilidades con las que de ninguna manera cuenta la población que les eligió como sus representantes.
Lo ideal sería que terminaran las discordias públicas que descaracterizan a sus autores y que, en vez de pelear entre ellos, solucionen la situación de los médicos, lo cual implica una agudización en los malos servicios de salud que afrontan dominicanas y dominicanos.