Al paro nacional de 24 horas en los hospitales públicos y del Instituto Dominicano del Seguro Social (IDSS), se han sumado otros sectores de la salud en el país, como enfermeras, odontólogos, bioanalistas y técnicos: la amenaza de mantener tales actitudes, hasta que tenga lugar el aumento salarial se mantiene. De un lado, los demandantes piden soluciones; del otro, el Congreso deja en manos del Gobierno tramitaciones que no llegan por ningún recodo.
En las calles, otra pregunta anda doquier, acerca de si el calentamiento global está actuando a la inversa y en verdad nos estamos enfriando, teniendo en cuenta lo extraordinario de brisas y temperaturas más bajas de lo normal en estos tiempos.
Encima, como hemos aprendido hace mucho tiempo “el hombre piensa como vive” y analizando este concepto genérico, sin duda real, hay que preguntarse cuántas veces quienes han impedido o puesto obstáculos para solucionar la situación de los médicos y las enfermeras en el país, han estado un amanecer frío de marzo, en una de las salas de esperas de los hospitales públicos, con un familiar enfermo o tratando de ser atendidos por alguna dolencia.
La salud no se siente como imprescindible hasta que algo falla en el organismo. Para una mayoría favorecida, aunque la juventud colme las células y los hábitos ayuden, un día empiezan los malestares.
Sin embargo, las enfermedades aparecen a cualquier edad, sin distinción de razas, ni clases sociales. Eso, en cuanto a lo orgánico; pero, a la hora de mitigar el mal es cuando surgen los escollos. Habría que preguntarse cuántos regidores, senadores, miembros de la Cámara de Cuenta y toda esa larga fila de funcionarios públicos que han hablado en alguna ocasión, en lo que va de año, del aumento de sus salarios, han sentido la pena de la inasistencia médica cuando más la necesitan.
Habría que preguntarse si esta situación va a seguir de mal en peor, sobre todo en días en los cuales los hospitales parecen, y de hecho son, más fríos que nunca…